Después de años resistiendo los ataques de Ucrania con el uso medido de su fuerza aérea, Rusia fue blanco de un ataque sin precedentes el 1 de junio, cuando Kyiv lanzó una operación encubierta contra su flota de bombarderos estacionados a miles de kilómetros del frente.
La operación, denominada “Spiderweb” por los ucranianos, consistió en el despliegue de decenas de drones lanzados desde camiones infiltrados en territorio ruso. El ataque logró alcanzar varios aeródromos, causando daños significativos y la destrucción de una docena de bombarderos estratégicos, según fuentes ucranianas.
El Kremlin calificó la ofensiva como un “acto terrorista” y prometió una respuesta. La represalia inicial llegó la noche del jueves con un ataque masivo de misiles y drones contra infraestructuras militares y objetivos estratégicos en Kyiv y otras regiones. El Ministerio de Defensa ruso afirmó que esta operación es parte de una respuesta proporcional al “acto de agresión” ucraniano.
A pesar del castigo infligido, los ataques no se diferenciaron mucho de los ya habituales desde el inicio del conflicto en 2022. Esto ha provocado debates tanto dentro como fuera de Rusia sobre hasta qué punto el presidente Vladimir Putin está dispuesto a escalar el conflicto tras la operación ucraniana.
Según analistas occidentales, el Kremlin estaría evitando una escalada pública que reconozca el golpe infligido por Ucrania. En una reciente reunión con altos funcionarios, Putin abordó incidentes relacionados como los sabotajes a puentes en Kursk y Bryansk, sin referirse directamente a la operación “Spiderweb”, lo que sugiere un esfuerzo por minimizar el impacto del ataque.
“Una reacción contundente podría implicar admitir una vulnerabilidad que Rusia no desea mostrar”, explicó Kateryna Stepanenko, del Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington. Según la analista, Putin busca evitar que el incidente se convierta en un símbolo de debilidad, eligiendo en su lugar mantener el control narrativo y continuar proyectando estabilidad.
El silencio parcial del Kremlin y su enfoque mediático en otros temas, como las conversaciones de paz en Estambul, reflejan una estrategia de contención, mientras se evalúan los próximos pasos ante una ofensiva ucraniana cada vez más ambiciosa.