En los últimos cuatro años, el transporte público formal en Medellín ha perdido cerca de 250 mil usuarios, una cifra que preocupa al gremio de transportadores, quienes atribuyen esta caída a varios factores que afectan la calidad del servicio.
Una de las principales quejas tanto de usuarios como de transportadores es el aumento en los tiempos de recorrido dentro de la ciudad. “No, hay mucho carro. Por ejemplo, uno dice que sale más económico en bus, pero a la hora de uno montarse, se lleva más o menos una hora en el viaje”, comenta Alejandra Mejía, habitante de Medellín, reflejando una percepción generalizada sobre los largos trayectos.
Este incremento en la duración de los viajes se debe, en parte, al crecimiento acelerado del parque automotor sin una infraestructura vial que lo respalde. “El crecimiento de la ciudad lo estamos viendo, pero en parque automotor. En infraestructura no estamos viendo ningún tipo de avance”, advierte Jimmy Alexis Gómez Ossa, presidente de la Corporación de Transportadores Urbanos de Colombia.
El transporte informal gana terreno
A este panorama se suma un competidor creciente: el transporte informal, que atrae a muchos usuarios por su rapidez y menores costos. Según el gremio, esta modalidad está afectando significativamente la demanda del sistema legal, ya que representa una alternativa más eficiente frente a un sistema formal cada vez más lento y congestionado.
Viviana David, otra usuaria habitual, lo resume así: “Ahorita es un complique realmente, por las vías. Ya no hay vías para tantos carros, tanto vehículo. Entonces es muy complicado”.

ALCALDÍA DE MEDELLÍN
Trayectos eterno en el Valle de Aburrá
En algunos casos, especialmente en los viajes intermunicipales dentro del Valle de Aburrá, los trayectos pueden extenderse hasta por tres horas y media, una situación que el gremio considera insostenible y que requiere una intervención urgente por parte de las autoridades.
Los transportadores hacen un llamado a las administraciones locales para que prioricen inversión en infraestructura, controles al transporte informal y medidas que mejoren la eficiencia del transporte público. “Este es un espacio finito, no hay para dónde crecer el Valle de Aburrá, pero sí hay lugar a que la autoridad tome medidas”, concluye Gómez Ossa.
Con una caída del 28% en el número de usuarios —pasando de 900 mil a 652 mil— el mensaje es claro: sin acción concreta, el transporte público formal seguirá perdiendo terreno frente a la informalidad y el vehículo particular.