La controversia entre la Revista RAYA y La Silla Vacía, desatada tras la publicación de reportajes sobre la investigación contra el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, revive un episodio similar que enfrentó al medio Nación Paisa con El Armadillo.

Ambos casos revelan un patrón preocupante: mientras portales autodenominados “referentes” del periodismo colombiano se arrogan la tarea de vigilar a sus colegas, lo hacen con un sesgo evidente que favorece a las orillas políticas que más les convienen.

En el caso más reciente, La Silla Vacía desestimó las investigaciones de RAYA sobre los presuntos hechos de corrupción de Rendón —avalados por documentos de la Fiscalía y del Tribunal Superior de Bogotá—, reduciéndolas a una “narrativa petrista”. Una descalificación que omite las pruebas y reproduce, sin contraste, la versión del propio mandatario.

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Algo similar ocurrió meses atrás cuando El Armadillo, en un artículo firmado por el profesor Juan David Ortiz Franco, acusó a Nación Paisa de publicar información “engañosa” sobre los recursos del Metro de la 80. La editorial de Nación Paisa respondió denunciando que detrás del señalamiento había un intento de lavarle la cara al alcalde Federico Gutiérrez, justo cuando empezaba a desplomarse en las encuestas. El portal denunció además que ese señalamiento derivó en estigmatización, hostigamientos y ciberataques contra sus reporteros.

Ambos episodios muestran un doble rasero: mientras RAYA y Nación Paisa han sustentado sus publicaciones con documentos oficiales, investigaciones judiciales y denuncias ciudadanas, medios como La Silla Vacía y El Armadillo terminan alineándose con las narrativas de políticos tradicionales, atacando el trabajo de sus colegas y tratando de desacreditarlos con etiquetas como “narrativa petrista” o “información engañosa”.

Así, lo que debería ser un debate periodístico con argumentos y pruebas, se convierte en un ejercicio de censura solapada, en donde quienes se creen “vacas sagradas” del periodismo actúan más como lagartos al poder de turno que como vigilantes de la verdad.

Editorial Nación Paisa