En el marco de la instalación del 23° Congreso de Derecho Financiero, Jonathan Malagón, presidente de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia (Asobancaria), resaltó que los sectores líderes que han impulsado o aportado más al crecimiento de la economía local se han ido relevando a lo largo de la historia. Señaló que, por ejemplo, en una época fue el sector cafetero, en otra el minero-energético y en otra el de la construcción, y destacó que en la mayoría de los casos hubo un común denominador: el respaldo, tras bambalinas, del sector bancario a través del crédito.
Sin embargo, a pesar del papel clave que ha desempeñado la banca, el líder gremial advirtió sobre varios aspectos estructurales que limitan al sector, como la sobrecarga tributaria, la inestabilidad jurídica y la represión financiera, entre otros.
Explicó que los altos niveles de tributación hacen que el sistema financiero sea poco competitivo, ya que la tasa de renta es del 40%, lo que ubica a Colombia en el sexto puesto entre los países que más gravan a estas entidades. Solo en Islas Comoras, Brasil, Bangladés, Papúa Nueva Guinea y Bolivia esta carga impositiva es superior. Agregó que, si esta tasa llegara a subir al 50%, el país pasaría del sexto al primer lugar en este vergonzoso ranking, convirtiéndose en el que más obliga a tributar a su sistema financiero.
“Pero no es solo eso: si al impuesto de renta se le suman el ICA (Impuesto de Industria y Comercio) y el IVA (Impuesto al Valor Agregado), el 58% de las utilidades del sector financiero se destina al pago de impuestos. En otras palabras, de los 12 meses del año que trabajan las entidades del sistema, las utilidades de 7 meses se van exclusivamente en cubrir obligaciones tributarias. Este no es un sistema competitivo”, argumentó.
Asimismo, señaló que, además de la elevada carga impositiva, la banca también enfrenta inestabilidad jurídica, dado que cada año se radican en el Congreso de la República alrededor de 197 proyectos de ley con impacto negativo para el sector, de los cuales cerca de 20 podrían poner en riesgo su estabilidad.
Añadió que también existe una sobrecarga regulatoria, y puso como ejemplo el encaje bancario que, aunque el Banco de la República redujo al 7%, sigue en un nivel alto. Consideró necesario revisarlo, ya que un país como Perú, con un sistema financiero menos desarrollado que el colombiano, tiene un encaje del 5,5%.
Manifestó que el sector también enfrenta la represión financiera, ejemplificada en la tasa de usura, que se ubica en el 25% para crédito de consumo y ordinario. Destacó que estudios han demostrado que, por cada 10 puntos porcentuales adicionales a esa tasa, podrían bancarizarse 1,3 millones de personas , y que este es un tema que debe seguir poniéndose sobre la mesa.
Pese a esa fatiga, el sector sigue siendo motor de reactivación. En sólo 12 meses ha desembotado $52 billones adicionales como resultado del Pacto por el Crédito, y más de 9 millones de créditos han sido entregados a las pymes, es decir, cada tres segundos entrega un crédito a las pequeñas y medianas empresas. Asimismo, ha invertido $1,7 billones en tecnología, y ha contribuido al registro de 35 millones de llaves en el sistema Bre-B, que lidera el Banco de la República. Finalmente ha desembolsado $134 billones en créditos sostenibles para ayudar a proteger el medio ambiente y estimaciones preliminares indican que el aumento de la cartera de crédito contribuiría a reducir la pobreza.