Benjamín Netanyahu es uno de los personajes más siniestros de la historia humana. Su crueldad no tiene límites. Su talante de genocida es de una sevicia demoníaca sin contención. Es comparable en esta etapa contemporánea con Adolfo Hitler, quien fuera ejecutor del holocausto en la Segunda Guerra Mundial.

 

El genocidio perpetrado contra el pueblo palestino en la franja de Gaza es el resultado de la voluntad criminal de Netanyahu. Llevó la guerra en ese territorio al más alto extremo. Y lo ha hecho con ínfula imperialista y la finalidad de apoderarse de un espacio geográfico que no le pertenece.

 

El balance de la agresión israelí a Gaza es repudiable. Es un pueblo sometido a la intensidad de los bombardeos bélicos cotidianamente ejecutados. Y esa operación es la muerte de miles de seres humanos. Es la destrucción del entorno habitacional, de todo lo construido por la comunidad. Es el aniquilamiento de la memoria colectiva. El arrasamiento comprende hospitales, centros educativos, monumentos culturales, sedes comunitarias, más afectación ambiental. Es el apocalipsis, que incluye un colectivo incalculable de víctimas. Es la materialización del horror, que pareciera suscitarle goces al líder promotor de esa desgracia.

 

Sin embargo, ese infortunio, esa violencia devastadora, cuenta con la complicidad de naciones y Estados que se dicen defensores de los derechos humanos. El gobierno de Estados Unidos encabeza el apoyo a esa sevicia. Y en esa misma línea actúan mandatarios europeos. Es la indiferencia que se confabula contra la vida, con menosprecio de todos los principios que toman en cuenta los valores enaltecedores de la existencia humana. Y las Naciones Unidas han demostrado su falta de autoridad frente a los crímenes de guerra de Netanyahu. Se está en un mundo expuesto a los peores abusos de sus aniquiladores. Es la impunidad rampante.

 

Hay desde luego rechazos resonantes contra lo que acontece en Gaza. Las movilizaciones de protestas se han dado en numerosos países. En el mismo Israel nutridos sectores de opinión se pronuncian contra los actos letales de su gobernante. No faltan las marchas de estudiantes y trabajadores, más los pronunciamientos de artistas y escritores condenando el horror que genera la operación bélica de Israel. Y son constantes las expresiones de solidaridad que promueven ayudas en busca de mitigar los sufrimientos de un pueblo acosado por la muerte y la violencia. La expedición patrocinada por sectores ciudadanos del mundo para llevar ayuda a Gaza es la expresión del ánimo contra el abuso criminal.

 

En Colombia se ha contado con la manifestación de rechazo del presidente Gustavo Petro contra el genocidio del gobierno de Israel. Llevó su pronunciamiento a instancias internacionales en demanda de justicia para los palestinos. Eso le valió la sanción de retiro de la visa norteamericana por parte del presidente Donald Trump. Queda bien la nación oponiéndose a una acción de guerra que es una agresión a la paz, a la libertad, a la autonomía de las naciones, a los derechos consagrados en acuerdos internacionales para apartar a los pueblos de los abusos imperialistas.

 

Puntada

 

El gimnasta Ángel Barajas sigue sobresaliendo. Lástima que la película sobre el encumbrado deporte que lo ha consagrado y sus estrellas que se propone realizar Jairo Serna Rosales no haya encontrado el apoyo requerido. La ejecución de ese proyecto sería un buen aporte a la identidad cultural regional.

Foto y noticia: Colprensa