María Alejandra Vieda apenas comenzaba su carrera en la Policía Nacional cuando la violencia le arrebató la vida. Tenía solo tres meses en la institución y había sido enviada al municipio de Valdivia, Antioquia, donde su vocación de servicio se vio truncada por un ataque armado atribuido al ELN.
Sus compañeros la despidieron con honores en una ceremonia solemne realizada en el Comando de la Policía de Antioquia. El homenaje fue encabezado por el coronel Mauricio Rico, quien exaltó la valentía de la patrullera: “No solo era una policía más. María Alejandra fue una hija, una amiga leal, una mujer ejemplar que vistió el uniforme con amor y entrega desde el primer día”.
María Alejandra tenía sueños, una familia que la esperaba en Huila, y el deseo de hacer carrera en la institución. Su historia representa a muchas jóvenes que ven en la fuerza pública un camino para transformar el país, aún en medio de los riesgos que implica patrullar las regiones más complejas del territorio.
Tras el homenaje, su cuerpo fue trasladado a La Plata, Huila, su tierra natal, donde familiares y seres queridos le darán el último adiós.
El crimen que apagó su vida no quedará impune, aseguran las autoridades, que continúan con las investigaciones para identificar a los responsables del ataque.
“Honrar su memoria es también luchar por un país donde los jóvenes como María Alejandra no tengan que morir por protegernos”, dijo el gobernador de Antioquia, en medio del dolor colectivo por esta pérdida.
Recibimiento en Huila
El cuerpo sin vida de la uniformada fue recibida en Neiva, la capital del Huila, donde la esperaban los altos mandos de la Policía en esta región y las autoridades gubernamentales, quienes se dieron cita en la catedran Inmaculada Concepción. Después de allí, el féretro trasladó su cuerpo hasta el municipio de La Plata, a tres horas de Neiva, donde le darán el último adiós.