Hace pocos días la plataforma Max estrenó la octava temporada de una de las series animadas para adultos más exitosas de todos los tiempos, que de inmediato se ha convertido en una fuerte tendencia.
Se trata de ‘Rick and Morty’, una especie de tributo bizarro a una de las grandes sagas de la ciencia ficción cinematográfica del siglo XX: ‘Volver al futuro’.
Una octava temporada con una mirada a las cuestiones filosóficas que atraviesan la animación más caótica y profunda del multiverso.
Sus protagonistas viajan entre realidades, desafían la lógica y destruyen el tiempo y el espacio con un arma casera. Pero quizás, lo más explosivo de ‘Rick and Morty’ no sea el multiverso, sino lo que revela sobre la sociedad real y actual.
Con su octava temporada ya en marcha, esta serie animada de Adult Swim, disponible en Max, sigue abordando las grandes cuestiones de la existencia con irreverencia, genialidad y una buena dosis de nihilismo.
Bajo las bromas interestelares y los alienígenas absurdos, la serie siempre ha sido un campo de juego filosófico, explorando con ironía conceptos como el nihilismo, el existencialismo, el libre albedrío y la ética. Y en lugar de ofrecer respuestas, la serie multiplica las preguntas: ¿qué nos hace únicos cuando hay infinitas versiones de nosotros mismos? ¿Qué significa ‘elegir’ cuando todo parece escrito por un guionista borracho en el espacio? ¿Y si Dios fuera solo otro personaje mal escrito?
Rick Sánchez es la viva imagen del nihilismo. Demasiado inteligente para creer en cualquier sistema de valores, trata todo como desechable, realidades, personas, incluso a su propia familia. Para él, el universo no tiene sentido, pero la serie también muestra las grietas de ese pensamiento: los colapsos, los vacíos, el alcohol, la autodestrucción silenciosa. El nihilismo aquí es extremo, pero también humano y eso lo hace poderoso.
Morty es el polo opuesto de Rick. Donde Rick ve absurdo, Morty busca sentido. Es el adolescente que, en medio del caos cósmico, todavía cree en el bien y el mal, todavía sufre por amor, todavía quiere ‘ser alguien’. Ese conflicto filosófico constante entre los personajes (y también con Summer, Beth, Jerry…) revela que, incluso en un universo donde nada importa, seguimos intentando ser buenos. Porque tal vez eso sea lo que nos define.
Uno de los conceptos más fascinantes de la serie es la idea de realidades infinitas y, con ellas, infinitas versiones de los mismos personajes. Esto convierte a ‘Rick and Morty’ en un espejo cuántico de la filosofía del libre albedrío: si en otro universo tomaste una decisión distinta, ¿qué versión tuya es la verdadera? Al mostrar Mortys tiranos, Ricks burócratas y Jerrys exitosos, la serie deja al desnudo la gran pregunta: ¿quién eres cuando todo es posible?
Incluso en un multiverso indiferente, las consecuencias existen y tocan a la puerta. Ya sea cuando Rick abandona civilizaciones enteras, cuando Morty altera una línea temporal o cuando Jerry intenta ser útil por enésima vez, ‘Rick and Morty’ obliga a reflexionar si no hay un código moral universal. La serie juega con dilemas éticos clásicos —como el valor de una vida, el peso de la culpa y la idea de responsabilidad colectiva, con acidez y (a veces) dolor.
A lo largo de ocho temporadas, ‘Rick and Morty’ ha demostrado que sí se puede hacer chiste de todo, incluso de las preguntas más antiguas de la humanidad. Los nuevos episodios se estrenan los lunes en la plataforma Max.
Foto y noticia: Colprensa