En el marco del desarrollo de la etapa III del Plan Nacional de Vacunación, las personas mayores de 40 años con obesidad grado 1, 2 y 3 (Índice de masa corporal > 30), tienen una cita con la inmunización contra el covid-19.

Al respecto, Elisa María Cadena, subdirectora de Salud Nutricional, Alimentos y Bebidas manifestó que «en la actualidad, el exceso de peso constituye uno de los problemas más importantes de salud pública en el mundo, dada su magnitud, la rapidez de su incremento y el efecto negativo que ejerce sobre la salud de la población que lo padece, aumento significativo en el riesgo de muerte prematura y el aumento en el uso de los servicios de salud, son factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles».

Es de tener en cuenta que la obesidad es una enfermedad con múltiples detonantes o factores causales como los culturales, ambientales, sociales, hormonales y genéticos. Todos estos actúan de forma asociada y contribuyen a un único desenlace: el incremento exponencial del tejido graso.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO, el sobrepeso y la obesidad representan un desequilibrio entre la ingesta de alimentos y el gasto energético, con una subsecuente acumulación de grasa corporal que representa un riesgo para la salud.

Un aspecto a tener en cuenta es que adulto de 18 a 64 años se puede clasificar en obesidad, cuando tiene su Índice de Masa Corporal mayor o igual a 30, mientras que el sobrepeso se encuentra entre IMC mayor o igual a 25 y menor que 30.

Por ello, el presidente del Colegio de Nutricionistas y Dietistas, Juan Édgar Marín manifestó que «esta población está expuesta a un riesgo por desarrollo de cuadros graves por COVID-19 y expuso que, si bien la vacuna ayuda a reducir este riesgo, la mejor forma de combatir la obesidad es con actividad física y una sana alimentación, y de esta manera poder contribuir a disminuir las complicaciones por COVID-19».

 

 

 

La obesidad, como factor de riesgo por covid-19

Explicó Cadena, que la obesidad podría conducir a condiciones graves de COVID-19 de varias formas posibles, algunos de los cuales han sido explicados en la evidencia científica.

1.      El síndrome metabólico puede causar daños a los órganos, que pueden convertirse en estrés metabólico.

2.      La obesidad estuvo acompañada de aumento de la expresión de la enzima ACE2, que se uniría firmemente a la proteína S del virus y hacer del tejido adiposo un portal para la invasión de virus, hacer que los pulmones y el corazón sean vulnerables al ataque de virus.

3.      La obesidad estuvo acompañada de un estado de hiperactividad e inflamación, así las cosas, el exceso de peso puede inducir a la respuesta inflamatoria y agotamiento inmunológico en COVID-19.

4.      Pacientes obesos tienen aumento de la presión abdominal, expansión y movimiento limitado del pecho, y función compensatoria respiratoria insuficiente.

«Teniendo en cuenta que los pacientes con COVID-19 requieren con frecuencia cuidados intensivos y ventilación mecánica y que la obesidad per se predispone a la ventilación mecánica en la UCI, no es sorprendente observar una asociación tan fuerte de COVID-19 grave en pacientes obesos», aseveró la funcionaria.

Asimismo afirmó que según la experiencia en el manejo de los casos de COVID-19 en pacientes con obesidad, «tener un IMC más alto no solo aumenta el riesgo de infección y de complicaciones en una sola persona obesa, sino que también un mayor riesgo de hospitalización, ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y muerte por COVID-19, con un riesgo que aumenta sustancialmente a medida que aumenta el índice de masa corporal (IMC), llegando al doble de probabilidades a ser hospitalizado frente a una persona con IMC normal», detalló.

 

 

 

 


Situación en Colombia

Actualmente en el país la prevalencia de personas con exceso de peso es del 56,4 %, por lo que se puede considerar al sobrepeso y obesidad como un problema de salud pública en el país.

Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN) de 2015, en la primera infancia, la mayor prevalencia de exceso de peso se observa en los niños (7,5%) comparados con las niñas (5,1%). En la zona rural, la tendencia es al incremento, pasando de 4,6% en 2010 a 6,6 en 2015. Por su parte, el exceso de peso en las gestantes fue del 40%.

El exceso de peso en niños y niñas de 5 a 12 años afecta a dos de cada diez individuos (24,4%). La mayor prevalencia se presenta entre los niños y niñas sin pertenencia étnica, en los afrodescendientes, en la población del cuartil alto del índice de riqueza, en la región Bogotá y en las cabeceras.

El exceso de peso en los adolescentes colombianos se incrementó al pasar de 15,5 % en el 2010 a 17,9 % al 2015 (aumentó 2,4 p.p.). Por sexo, la mayor proporción de exceso de peso en las mujeres adolescentes (21,1 %).  Es mayor en los cuartiles de riqueza medio y alto y en la región Orinoquia – Amazonia; sin embargo, se evidencia que este es un problema de todas las condiciones sociales y territorios.

La prevalencia de exceso de peso de la población adulta colombiana se ha incrementado en 10,6 p.p., pasando de 45,9 % en el 2005 a 56,5 % en el 2015, siendo más alta en las mujeres con respecto a los hombres. A nivel territorial, los cinco primeros departamentos con prevalencias más altas fueron: Amazonas (72,4 %), San Andrés y Providencia (65,6 %), Vichada (65,3 %), Guainía (64,1 %) y Meta (61,8 %). La obesidad abdominal en mujeres de 18 a 64 años se encontró en el 59,6 % de la población, mientras que en hombres se encontró en 39,3%, situación que confirma que esta problemática afecta mayormente a las mujeres del país.

 

 

 

 


Causas

La obesidad se produce como causa las prácticas adoptadas por la población, relacionadas con el cambio en los patrones alimentarios, con un aumento de la disponibilidad de productos ultraprocesados (con altos contenidos de azúcar, grasa y sal) y una disminución de las preparaciones culinarias tradicionales, preparadas con alimentos frescos y saludables.

«Lo anterior, sumado a estilos de vida más sedentarios, jornadas laborales extensas, desregulación del mercadeo y publicidad de productos alimenticios no saludables, que favorecen productos que promueven la ganancia de peso, además de procesos de urbanización sin un planeamiento para una movilidad más activa y menos motorizada», argumentó Cadena.

Los principales determinantes sociales para esta problemática tienen que ver con el alto consumo de alimentos de alta densidad energética, bajo contenido de nutrientes, de azúcares, carbohidratos refinados, de grasas, principalmente saturadas, ácidos grasos trans, colesterol y alto consumo de bebidas alcohólicas.

Todo esto asociado a su vez a un pobre consumo de verduras, frutas frescas, carbohidratos complejos, fibra. «También se debe al aumento del tamaño de las raciones de alimentos, especialmente en restaurantes y cadenas de comidas rápidas; al aumento del consumo de alimentos procesados que conllevan a un aumento del consumo de carbohidratos simples o de grasas, principalmente saturadas y disminución en el consumo de carbohidratos complejos y fibra», enumeró Cadena.

Existen otros aspectos en la reducción de la actividad física que promueven a la obesidad, como la reducción del trabajo físico debido a adelantos tecnológicos, el uso cada vez mayor de transporte automotor, automatización de los vehículos y reducción del gasto energético en la operación de maquinarias y vehículos (cierre y ventanillas electrónicas, por ejemplo) Uso de ascensores y «escaleras rodantes», reducción del tiempo dedicado a jugar al aire libre, por inseguridad, por ejemplo, y preferencia por juegos electrónicos y la televisión.

 

 

 


Consecuencias

La obesidad no solo se ve en el físico (aumento de peso), sino también se presentan síntomas como debilidad muscular, baja autoestima, dolor articular, dificultad para respirar que puede finalizar en apneas del sueño.

Los niños con sobrepeso tienen muchas más probabilidades de convertirse en adultos obesos y, en comparación con los niños sin sobrepeso, tienen más probabilidades de sufrir a edades más tempranas diabetes y enfermedades cardiovasculares, que a su vez se asocian a un aumento de la probabilidad de muerte prematura y discapacidad.

Los adultos obesos tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades crónicas, tales como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, y una menor esperanza de vida.