Un anuncio de la mayor importancia acaba de hacer el nuevo papa León XIV, al ofrecer al mundo su presencia como mediador de conflictos.

Demasiadas tensiones concurren hoy en el escenario global, en donde de paso están involucradas las grandes potencias como Estados Unidos, China y Rusia, a las que se unen la Comunidad Europea y una serie de naciones, en donde los conflictos caminan a la par de los años, sin que tengan solución, acrecentando la desesperanza y afectando a millones de personas que no pueden advertir un panorama de paz que les permita llevar una vida tranquila y sin amenazas horrendas, que ponen en peligro sus propias vidas.

A esto se suma la muy poca capacidad que tienen los organismos internacionales, comenzando por la ONU, y en nuestro continente la OEA, que no son capaces de ejercer una convocatoria robusta, y menos ejercer una influencia que permita aterrizar los acuerdos y generar espacios de tranquilidad y de futuro seguro.

Y en medio del desorden y de la falta de liderazgo, y desde luego de sensatez, tenemos hoy a unos líderes empoderados que pretenden avanzar en un plano de imposiciones, de prepotencia y de radicalización de doctrinas, en donde no es posible hallar el equilibrio y la justicia, situación que se traduce en desplazados, oprimidos, marginados, presos políticos y muertes violentas, así como en el acrecentamiento de la pobreza.

Y mientras el terreno se calienta, el comercio de armas se dispara y los recursos de los países se extravían en compra de aviones de guerra, armas y municiones, mientas que la atención de las necesidades básicas de los habitantes queda aplazada, lo que implica que las nuevas generaciones crecen sin posibilidades y llenas de limitaciones.

Lo que tenemos que decir entonces, es que el mundo requiere de interlocutores capacitados, sensatos, con buen cúmulo de experiencia y conocimiento, y con una indiscutible dosis de liderazgo, para que puedan estar en capacidad de aterrizar los conflictos sobre la base del hallazgo de la cordura y del buen juicio, sabiendo que, ante todo, el compromiso es con el mundo entero y con el aseguramiento de la prosperidad y el bienestar de los ciudadanos del mundo.

Por estas razones la presencia del papa León XIV resulta ser muy importante, valerosa y esperanzadora; y así como él mismo ha ofrecido esa ayuda sin que nadie se la haya pedido, sería importante que se ofrecieran otros líderes mundiales para apalancar este enorme esfuerzo que se requiere, pues el trabajo es arduo y millones de personas están aguardando en medio de afectaciones, privaciones y sin poder estar en capacidad de vislumbrar un futuro promisorio, al que tienen derecho.

Foto y columna: Colprensa