Tengo una alegría tan grande que siento se me sale este corazón criado entre montañas; levantado con cariño y amor por el servicio. Un servicio nacido del ejemplo de mis papás. Un Papá inteligente, pero más disciplinado, organizado y madrugador. Nunca se confió de su talento y tuvo la educación y el trabajo siempre como motor de su existencia. Recuerdo que de niño me mostraba la ostentación como un camino de servidumbre y sufrimiento posterior sin sentido. Su vida es una manifestación pura del dicho que reza “lo más parecido a la felicidad es la tranquilidad”.

He tenido también una Mamá fuerte, pero amorosa; abnegada y servicial. Muchas veces, de camino a la escuela, o ya de regreso a la casa -siempre caminando- hacía de estas actividades cotidianas unas expediciones interminables para mí y mis hermanos. Cada saludo a un vecino, amigo o familiar era un ejercicio de escucha empática e involucrada. Siempre queriendo ayudar.

Estar aquí es un esfuerzo de muchos. Mi gratitud y cariño por ellos me acompañarán hasta el final de mis días. Honraré con mis actos su compromiso en favor de esta causa, hoy la de Antioquia. Nada se compara con estar hoy entre ustedes. Estoy cargado de generosidad hacia los antioqueños por permitirme este honor.

Convertirme en Gobernador de Antioquia fue un anhelo de mi alma. El camino tuvo espinas y altas pendientes, pero siempre conté con la incondicionalidad de los míos.

Susana me dio la tranquilidad para hacer una larga campaña. En sus conversaciones siempre había un amor infinito, comprensión y alivio. A pesar de las largas jornadas, siempre se las ingenió para que Abi y Salva, inspiradores por la fé propia de su edad, no sintieran mi ausencia. Su alegría me daba vida.

Emilianita y los desafíos propios de su edad, me recordaban la importancia de ser un papá presente. Hoy me enorgullece su tenacidad y compromiso.

Mis hermanos, el mejor regalo que nos hacen los padres, nunca dejaron de motivarme. María Teresa con sus mensajes del acontecer político; Santiago con su sentido del humor; y María Camila, siendo nuestra conexión con Dios en El Cielo.

Mis Papás fueron los mayores recolectores de firmas. Saberlos y sentirlos a todos tan cerca me dieron la fuerza que siempre necesité.

Varias veces me preguntaban por qué me sentía tan seguro. Yo respondía que mi certeza sobre el triunfo radicaba en el trabajo hecho; en la fé que mis hijos contagiaban; y en la confianza que me daban las encuestas hechas por mi Papá, Estadístico de profesión.

Muy joven tomé la decisión de dedicar mi vida al servicio público. Unos profesores canadienses, los Señores Havalar y Hutchinson , me hicierion ver la inmensidad de ese horizonte y el rigor con el que se debe abordar el ejercicio de la política. Sus consejos y enseñanzas cayeron en terreno abonado. Mis papás sembraron en mí la semilla del estudio, esfuerzo y disciplina. Soy hijo de profesores y en mi casa el único exceso permitido fue la educación. Mi mamá me pedía que todos los días le llevara el almuerzo a la escuela para que les enseñara, con los cuentos de Rafael Pombo, a leer a sus estudiantes. Mi papá nunca ha dejado de estudiar; tampoco de enseñar. Sólo en campaña capacitó a una treintena de jóvenes y se recorrió el Departamento haciendo las encuestas más rigurosas y acertadas de toda la contienda. Le pegó a todos los resultados.

Llego a la Gobernación en circunstancias difíciles y turbulentas para la Patria. Espero sortear con sabiduría los escollos que se vislumbran. Hay, sí, una buena coincidencia para el departamento y Medellín: después de mucho tiempo habrá un gobernador y un alcalde, una fórmula, un equipo, que se identifica en sus propósitos. Con el Dr. Federico concebimos el ejercicio de la política como una vocación de servicio.

Si a Antioquia le va bien, a Medellín le irá mucho mejor.

Mi compromiso es con la libertad que nos dio como mandato Epifanio Mejía en su poema de 1868 que se volvió canción, sentimiento y un himno. El nuestro.

Los hijos de Antioquia aspiran todos los días las olorosas esencias de la libertad. Así debemos mantenernos: con un sol que anda libre sobre la azulada esfera y con libertad en nuestras selvas.

Una arrugada geografía ha moldeado el carácter de cada uno de nosotros. Somos montañeros.

Mi origen y el de mi carrera política misma me permiten afirmar ser el Gobernador más montañero que ha tenido esta comarca. Honraré la cuna que me vio nacer.

Los antioqueños sabemos que los obstáculos son retos a superar y acompañarán nuestro andar: los ideales y gestas estarán a la otra orilla de los temores, la renuncia o el cansancio.

La Providencia ha sido pródiga otorgando a muchos antioqueños el don del liderazgo, en todos los tiempos y quehaceres. Hoy por la voluntad de Dios y la soberana del pueblo, de ustedes, asumo el cargo de Gobernador y líder de la libertad y avance de Antioquia.

Es un reto ocupar la silla de Mon y Velarde, corregidor o gobernador de la Corona de España, quien en el siglo XVIII dio un primer impulso al progreso de esta tierra: trazó caminos, entregó escuelas, ordenó sus rentas, promovió la agricultura, remodeló ciudades. La historia, con justicia, llama a Mon y Velarde el “Regenerador de Antioquia”.

Mi compromiso también es con la memoria de Pedro Justo Berrío, el modernizador de Antioquia, un visionario que nos devolvió la esperanza en épocas en las que nos veían como una provincia olvidada, pobre y casi desahuciada.

En la Convención Constituyente de Rionegro -1863- nacieron los Estados Unidos de Colombia. En 1864 el mapa político de la Nación tenía a un solitario presidente conservador en Antioquia, rodeado por ocho presidentes de Estados liberales. Berrío no se arredró ni dejó que los aislaran políticamente. El presidente de la Nación, Manuel Murillo Toro, tuvo la inteligencia de construir con Berrío el equilibrio necesario para que la Nación se sumara a los proyectos del Estado de Antioquia, y ésta acogiera con entusiasmo los proyectos del Presidente Murillo -la extensión del telégrafo, por ejemplo-. Todo, sin dejar que las diferencias políticas entorpecieran a unos y otros.

Gran ejemplo que debería iluminar hoy también los destinos de esta Patria. Más hacer y menos entorpecer.

Berrío fue quien creó la Universidad de Antioquia y emprendió la obra titánica de nuestro Ferrocarril. Para realizarla actuó sin complejos y con visión.

Buscó al ingeniero Francisco José Cisneros, el epónimo de este alegre y pujante municipio que escogí para iniciar mi camino como Gobernador.

Cisneros era el presidente del Colegio de Ingenieros de Nueva York y estaba catalogado como uno de los expertos mundiales en ferrocarriles.

Cisneros y el Nordeste hoy están lejos de pertenecer a la Antioquia profunda. Tienen la amplia y moderna vía, soñada y diseñada en el gobierno del presidente Álvaro Uribe y su ministro Andrés Uriel Gallego.

El empresariado antioqueño siempre dispuesto a aportar en el desarrollo, articulado por la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, participó entusiasta en la planeación de estas Autopistas de la Montaña, una araña vial que conecta por varios frentes al Pacífico y al centro del País con el Atlántico.

Estas no son las vías para los ricos de Antioquia, como peyorativamente se dice desde el gobierno central. Son las vías para catapultar el intercambio comercial; para el turismo de colombianos y extranjeros; para facilitar la movilidad de pasajeros y mercancías; para crear polos de riqueza y desarrollo, como Cisneros, Puerto Berrío y como tantos otros municipios en las nueve subregiones.

Mi compromiso es con Pedro Nel Ospina, con su determinación y visión transformadora, que se plasmaron en la construcción de carreteras para tejer vínculos entre pueblos antes aislados. Su ascenso a la Presidencia marcó un hito, destacándose por su valentía al implementar la misión Kemmerer, una iniciativa audaz que sentó los cimientos de la modernización de la banca central del país.

El Gobierno Nacional, movido por lo que parecieran ser temas ideológicos, ha anunciado su negativa a financiar lo que falta en las Autopistas de la Montaña. Esto, a sabiendas que son el camino más corto para conectar el Suroccidente del país con el Caribe en nuestro mar. Argumentan que carecen de los tres billones que se necesitan. Sin embargo, ningún Gobierno central ha tenido tanta plata como este.

Pediremos al Congreso, en sintonía con nuestra bancada parlamentaria, que modifique la ley de concesiones para que se adicionen los contratos vigentes y futuros hasta en un 50% del tiempo -hoy solo se puede en el 20%-. Alargar el tiempo permitiría su cierre financiero sin poner un solo peso del presupuesto de la Nación. También, en medio de tanta incertidumbre, posibilitaría una mejora institucional para las concesiones, más parecido al de otras latitudes, con tiempos de explotación de las mismas hasta de 50 años.

Muchas trabas se han puesto al desarrollo de ese extraordinario megaplan vial. Mi tarea será sin quejas, más bien con acciones, creatividad y audacia para superar los problemas. Tengo una enseñanza de crianza: cuando me lamentaba mis papás me decían: “no se queje, trabaje con lo que da la madre tierra”. Estoy firme para sacar adelante a Antioquia con lo que disponemos y en especial, trabajando en equipo con 7 millones de antioqueños.

Un mensaje para el Gobierno Central: si a Antioquia no la apoyan, por lo menos que dejen trabajar. Porque como decimos en esta tierra: hoy “ni rajan ni prestan el hacha”. Si no quieren terminar las Autopistas de la Montaña, que nos las entreguen; aquí las terminamos.

Si el Gobierno Nacional se enrutará en decisiones prácticas, sensatas, sin sesgos, avanzaríamos. De lo contrario, Antioqueños, no hay opción para el fracaso; seguimos adelante. Tengo claras las prioridades de Antioquia y mi esfuerzo estará concentrado en hacer que las cosas pasen, que la vida de mis paisanos sea mejor y que este bello territorio se transforme.

Antioquia es una expresión de éxito y tesón. Elevo un homenaje a nuestros arrieros enérgicos que adelantaron el paso y nos heredaron el amor por este terruño. Avizoro un futuro de puertas abiertas al mundo por aire, tierra y mar; conectividad física y digital; de industrias creativas y culturales; educación pertinente; bilingüismo; turismo sostenible; riqueza minera y energética. Un futuro con bienestar para nuestros paisanos. De una Antioquia líder, con espacios seguros para ciudadanos libres.

Nos sentimos Colombianos, amamos este país que Dios nos encomendó; debemos trabajar para que a todos nos vaya bien.

Recuerden, “Si Antioquia resiste, Colombia se salva”.

Nuestro departamento es como un país, pero metido en 125 municipios que representan riqueza natural, mineral, de fauna y fuentes hídricas; de una profunda diversidad: afros, mestizos, indígenas; mar y ríos; montañas y valles que nos enmarcan en esta preciosa y rugosa cordillera de Los Andes.

Mi compromiso es con José María Córdova, el rionegrero que con su paso de vencedores nos dio la libertad. El General antioqueño más destacado y joven. Nuestro héroe de Ayacucho.

La persistencia como mandato y religión.

Aspiré tres veces a la Alcaldía de Rionegro. La tercera fue la vencida. Trabajé con propósito, decencia y ese batallar me trajo hasta acá. ¡Cuán importante es el propósito en la política! Con razón el líder de la reconstrucción alemana, Konrad Adenauer, parece haber dicho que “la política sin propósito corría el riesgo de estar cerca del crimen”.

Las campañas políticas templan el carácter y dan lecciones de humildad. En ellas ni se pide ni se otorga tregua. Nada en la contienda es regalado. Si no hay perseverancia, si no hay compromiso y amor, cunde la incredulidad, indiferencia o escepticismo. Elijo creer. Fuimos pocos los que nos comprometimos desde el comienzo con esta causa. Escogimos perseverar y alcanzamos el triunfo a pesar de adversidades, momentos de orfandad y ataques. Nos regimos por la constancia, la ética, la pasión y vocación.

Antioquia y Medellín marcharán juntas, como es el deber ser. El Dr. Federico, promesa de la Nación, nos enseñó con generosidad -por la forma en que condujo en su primer mandato a EPM- que primero se debe “mercar para la casa”. Con él, con todos los alcaldes y conmigo como Gobernador, convertiremos a Antioquia en buen vividero; es en últimas nuestro hogar.

Un hogar, una casa, una familia que tiene grandes dolores y alegrías; carencias y oportunidades.

Recibimos un departamento donde 2 millones de los nuestros la están pasando mal. Sobreviven con 12 mil pesos diarios y si tienen para dos comidas no les alcanza para las tres. Urabá y Bajo Cauca son las subregiones con más hogares en inseguridad alimentaria.

Presentaré un proyecto de ordenanza ante la Asamblea para destinar la totalidad del impuesto vehicular a combatir el hambre. Universalizar el PAE con dos comidas al día para cerca de 500 mil niños y jóvenes, con comedores comunitarios conexos, tendrá que convertirse en una victoria colectiva en este primer año de gobierno.

También lo tendrá que ser, en la medida que adelgacemos la burocracia excesiva que recibimos, asignar una pensión vitalicia para que los 400 mil adultos mayores vulnerables tengan con qué comprar la canasta básica de alimentos.

Mi compromiso es con el hombre que nos devolvió la tranquilidad, el de la mano firme y el corazón grande. El Presidente de Presidentes: Álvaro Uribe Vélez. Nos enseñó que era posible vivir seguros, respetar el honor de los Policías y Soldados de la patria y proteger a los ciudadanos sin afectar sus libertades. Que lo tengamos para mucho rato.

Por contemporizar con criminales, hoy estamos de regreso al pasado. Entiendo la paz como el imperio de la ley y la justicia en todos los rincones del país. Mis funciones constitucionales como Gobernador y mi talante serán las de ejercer como el primer Policía y Soldado de Antioquia. La seguridad como una condición para el desarrollo. En la medida en que los antioqueños están protegidos en su vida, honra y bienes, podremos avanzar con nuestro espíritu digno y emprendedor.

Cuando llegué a la Alcaldía de Rionegro las bandas ponían en el municipio hasta 50 asesinatos por año. Aprendí que gran parte de esa criminalidad estaba articulada con el microtráfico. Tumbamos todas las casas de vicio que nos reportaron. Asfixiamos las rentas de los bandidos y al término del mandato no quedó ninguna de esas estructuras criminales. En 2019 cerramos con una tasa de homicidios de un dígito. El general Martínez, Secretario de Seguridad, tiene en su poder el listado de las primeras casas de vicio que vamos a derribar. Estas, que se exhiben como fortalezas del terror, destruyen nuestra juventud mientras los capos que las manejan llenan sus bolsillos a costa del dolor de las mamás y la cohesión de las familias.

Les envío un mensaje a los uniformados de nuestra Policía y Ejército Nacional; de la Fuerza Aérea y la Armada acantonados en Antioquia: asumo la función del Gobernador como primer responsable en materia de orden público y seguridad ciudadana. Apelo a lo que sé llevan en su corazón: valor, honor, amor y determinación para combatir el crimen y proteger a los ciudadanos. Lo dijo nuestro Libertador: “Sus glorias deben confundirse con las de la República; y su ambición debe quedar satisfecha al hacer la felicidad de su país”.

Mi compromiso es con María Cano, la mujer que atravesó las montañas de Antioquia a caballo en defensa de los derechos de los trabajadores. Una mujer adelantada y valiente para su época. Le prohibieron hablar en público porque sus palabras incomodaban. Ella se mantuvo firme.

Recibimos una Antioquia donde la violencia en contra las mujeres está exacerbada. Las antioqueñas cuentan con mi cariño, respeto y admiración. La autonomía económica para ellas será una realidad.

Hay miles de mujeres talentosas en edad productiva que deben incorporarse en la agenda de empleo, desarrollo y educación. Desde hoy somos una Gobernación que se concentrará en una de las dimensiones de la política pública de género: la autonomía económica. Eso significa permitirles a las mujeres control sobre sus ingresos, capacidad de negociación en el hogar, control de la fertilidad y de su tiempo. La mujer autónoma está menos propensa a ser víctima de violencias y maltrato. Con plata en su cartera decide sobre su vida y la de sus hijos.

Recibimos una Antioquia con 26 mil kilómetros de vías destruidas; donde la mayor parte de las escuelas carecen de conectividad digital, agua y saneamiento básico; unidades hospitalarias sin capacidad de resolver las dolencias de sus pacientes; un déficit de 600 mil viviendas; y grandes carencias en cuanto al acceso de servicios públicos.

Somos el segundo departamento con mayor extensión costera sobre el Caribe después de La Guajira, pero en las playas de Urabá no hay agua potable para su población y menos para construir hoteles como fuentes de empleo y turismo sostenible.

La financiación de mi programa de Gobierno es realista. Apelaré a la creatividad, austeridad en el gasto, y a frenar el derroche; a convertir el IDEA en una turbina de crédito para el desarrollo; y a la generación de Hidroituango para impulsar nuestras iniciativas y darles a los antioqueños dignidad y bienestar.

El IDEA dará ejemplo de reactivación económica complementando el mercado del crédito, que hoy no llega a todos los sectores. Como banca de segundo piso podrá prestar hasta siete billones de pesos ―hoy coloca 2,2 billones- financiando emprendimientos de alto impacto; haciendo cierres financieros de concesiones nuevas y existentes; y facilitando la construcción y mejoramientos de vivienda.

Cada vuelta de una de las turbinas de Hidroituango debe representarles a los antioqueños oportunidades. En el contrato con Empresas Públicas de Medellín -EPM- para que se hiciera la obra, el precio de generación se acordó en 100 pesos por kilovatio-hora. Hoy, tanto en la factura de los usuarios como en los mismos contratos a futuro de EPM, el componente de generación de energía está en $340. Con un precio de energía 3 veces superior al del contrato, creo respetuosamente que tenemos un insumo real para discutir cómo Hidroituango paga rápidamente los sobrecostos de la obra y remunera a sus socios.

¡Qué necesaria es la austeridad en estos tiempos, aún más cuando los recursos de nuestro departamento son limitados y las necesidades abundan por todos lados!

Cada vez que le doy una mirada a la planta de cargos del nivel central y descentralizado encuentro un puesto más, que compite en irrelevancia con el anterior. Mi cuenta supera los 500 cargos de libre nombramiento y remoción, algo casi vergonzoso cuando tenemos al frente a 2 millones de los nuestros aguantando hambre.

Por esto, he tomado la decisión de no ocupar el 40% de esas posiciones. Lo anterior implicaría ahorros este año superiores a los $50 mil millones. Esta cifra tendrá que llegar a montos cercanos a los $200 mil millones anuales, cuando la reforma en la que habremos de embarcarnos, quede en firme con el beneplácito de la Asamblea Departamental.

Mientras tanto, varios compañeros asumirán el encargo de liderar más de una dependencia. Esto significa que sólo se ocupará el 60% de las posiciones directivas disponibles en la estructura organizacional actual.

Nuestro principio de austeridad en el gasto se enfoca en una mayor eficiencia en la administración y en priorizar los recursos en la inversión dirigida a los más pobres. Cada mes de salario de un alto directivo que nos ahorremos se destinará a comprar una pensión vitalicia para un adulto mayor que hoy sufre y pasa grandes necesidades.

A mis compañeros de gobierno les doy esta primera instrucción revestida de orden de inmediato cumplimiento: austeridad y juicio; el derroche no está permitido, los recursos de los antioqueños son para mejorarles a los más vulnerables de ellos su vida; para transformar este hermoso territorio. Demos ejemplo y cuidemos cada peso.

Mi compromiso es con el noble y consagrado envigadeño José Felix De Restrepo por su compasión y bondad. Fue pionero en buscar que la esclavitud fuera abolida. El título que le dio la historia es una belleza para inmortalizar: el libertador de los esclavos.

Desde hace cerca de dos años tengo la profunda convicción y decisión de buscar la autonomía fiscal para los departamentos. Sería una verdadera transformación administrativa y revolucionaria para las finanzas de las regiones. Un homenaje a la Constitución del 91. Un referendo nos permitiría a las regiones depender menos del Gobierno Central, del mandatario de turno y de su ideología.

El centralismo actual no ha funcionado. Necesitamos un arreglo distinto. Si los tributos de renta y patrimonio se quedaran en las regiones que se generan, 27 de 32 departamentos verían crecer sus ingresos. Bajo la excusa de la inequidad con la Amazonía, Orinoquía, Chocó, La Guajira y San Andrés, se escudan para evitar un debate que es necesario y urgente. ¿Acaso esas zonas del país hoy son más prósperas por el brazo del Gobierno Central? La respuesta la conocemos.

Por supuesto, ninguna región puede perder con este cambio. Colombia está en mora de pagarles y reconocerles al Pacífico, al Caribe, a la Amazonía y a la Orinoquía, lo que representan en biodiversidad, acción climática y salud para la humanidad.

Los departamentos tienen hoy unas rentas insuficientes, propias de la Colonia, como cargas a los licores, cigarrillos y juegos de azar; ahora, a los vehículos y a la gasolina. Son pequeños en recaudo y sus gravámenes buscan desincentivar el consumo de los mismos para conducir a los ciudadanos a hábitos de vida más saludables o amigables con el ambiente.

En 2022, Antioquia le reportó 30 billones de pesos en tributos a la Nación y ésta solo nos giró de vuelta cinco billones, a través del SGP.

Con autonomía nos habría llegado entre 13 y 15 billones de pesos. Es que se equivocan quienes creen que las finanzas de Antioquia son rebosantes. Tenemos profundas inequidades.

Los departamentos necesitan vigorizar sus finanzas para atender las exigencias de los territorios, que además conocen mejor que la Nación.

Tendremos un comité promotor del Referendo que comprometa la energía de todos los departamentos del país y seduzca a los ciudadanos a acompañarnos en este camino de autonomía, equidad y desarrollo.

También he decidido conformar un equipo jurídico del más alto nivel para dar la pelea, desde lo administrativo y constitucional, a fin de recuperar la delegación minera de Antioquia.

Mi compromiso y reconocimiento es con todos los grandes que demostraron que es posible, que las adversidades son pasajeras y tenemos la tenacidad para afrontarlas. La historia de Antioquia la escribimos nosotros.

Tenemos herencia de vencedores, hombres y mujeres, cuya causa común fue trabajar por las libertades.

Les anticipo que no le temo a las causas difíciles. Churchill decía que asumirlas era propio de los líderes, “pues las fáciles se tramitan solas”.

Así que mi corazón y mi honor están con ustedes Antioqueños. Dejaré hasta el último centímetro de piel para servirles; para que esta tierra, que será la casa de nuestros hijos, sea un mejor lugar para vivir.

Coincido con el maestro Botero: cuando muera que mi alma vaya donde haya un aguardiente y me permito agregarle, ojalá con vista a las montañas, a los ríos y al mar de Antioquia.

Sin titubeos les doy mi palabra y los invito a persistir porque: ¡Si Antioquia resiste, Colombia se salva!

Muchas gracias.