Generar conversaciones sobre la migración, la gentrificación, sobre los lugares que habitamos, también una crítica al consumismo y al acaparamiento es el propósito de Velia Vidal con su libro infantil ‘Kákiri, Kákiri’.

Todos estos son temas urgentes y para la escritora, activista y gestora cultural, son necesarios discutir e involucrar en estas conversaciones a los niños, a través de una narrativa sutil y una propuesta visual impactante con las ilustraciones de Gina Rosas.

El protagonista es Kákiri, un cangrejo ermitaño que necesita cambiar de caracola para poder seguir creciendo. Al otro lado de la playa, Lucila, una niña curiosa y coleccionista, recoge sin cesar las conchas que Kákiri tanto necesita. Lo que parece una historia mínima se convierte en una epopeya silenciosa marcada por los desencuentros, la espera y la búsqueda de un hogar.

Velia Vidal es una autora afroindígena, fundadora del proyecto educativo Motete y su obra ha sido reconocida con la mención honorífica del Centro de Estudios Afrolatinoamericanos de la Universidad de Harvard, la Beca del Atelier Josepha en Francia y su inclusión en la serie 100 Women de la BBC como una de las mujeres más influyentes del mundo en 2022.

TEMAS URGENTES

¿Cómo ha sido la aventura de escribir un libro para niños?

Este libro ha sido una aventura muy especial. Es curioso, es el libro más breve que he publicado, pero creo que también es el libro más profundo en literatura infantil y eso me gusta mucho.

Es un libro que desde que lo escribí en 2021, sentía mucho afecto por la profundidad del tema, por lograr poner en un lenguaje infantil, una serie de temas que para nada son infantiles, en especial el conflicto que tenemos con la mirada. Miradas que se confrontan pero que nunca se encuentran en la historia del libro, los protagonistas no se encuentran y en todo esto era importante encontrar el ilustrador ideal, que completara esta historia, porque un libro-álbum en realidad son dos historias que se complementan.

Es una aventura muy retadora porque son temas pesados. Yo hace mucho tiempo tomé distancia de esa idea de que la literatura infantil es solo ternura.

Temas que directamente están tocando a los niños de hoy…

Cuando pensamos en gentrificación, en desplazamiento, en migración, poco pensamos en los niños. Pensamos en muchos adultos enfrentándose a esto, pero las pateras que cruzan el Mediterráneo o El Darién, son muchos niños los que están haciendo esa travesía, no entiendo por qué no estamos de ellos.

En Sao Paulo (Brasil), vemos como muchas familias por la situación económica han tenido que dejar su casa y viven ahora en la calle. ¿Acaso no es un tema urgente para hablar con los niños y las niñas?

No les explicamos qué es un «sintecho», qué significa no tener hogar, los medios de comunicación no lo explica para los niños, por lo que están siendo victimizados por un lado y por el otro se están haciendo unas ideas erradas sobre el mundo, y necesitamos urgente que crezcan con una noción crítica sobre el hogar, la casa y el moverse por el mundo. Los niños deben entender que migrar no es un delito, es un derecho, así como el tener un hogar.

El hecho de que no nos demos cuenta de lo que está pasando con los migrantes, no significa que no exista una responsabilidad.

¿Difícil que la sociedad mire al diferente?

Creo que es un tema muy relevante del libro que es la mirada. Qué veo y qué no veo por pensar que no es relevante para mí. Un kákiri es feito, chiquito, endeble, que se usa de carnada y no hay nada que incentive a la gente a protegerlo, por lo que lo consideramos insignificante, por lo que la pregunta es: ¿a qué le damos valor?

Eso es lo que ocurre constantemente en la condición humana, a qué le damos valor, quién nos importa, qué tiene que pasar para que algo nos importe. Además, está el deseo propio por encima de la necesidad de un entorno más amplio que no comprendemos. Es algo que reina todo el tiempo en nuestra vida.

Pasa desde aquel que se lleva cosas de un ecosistema para hacerse un collar, hasta las oficinas de arquitectos que están empeñadas en transformar localidades tradicionales de nuestras ciudades, sin siquiera sentarse a hablar con los habitantes de las mismas y saber qué quieren.

En la Amazonía se le está robando la mirada que tenían sus pobladores a sus llanuras, a sus ríos, y es algo que está sucediendo constantemente en todo el mundo, con decisiones que están transformando muchas vidas en su entorno, usualmente no para bien.

¿Un tema para tratar con niños pertenecientes a la población de migrantes y desplazados?

Hace un tiempo en Quibdó estuvimos trabajando con población migrante venezolana y es muy fuerte todo lo que recae en los niños. La xenofobia está presente en toda la vida cotidiana.

Hay una gran cantidad de estereotipos atados al diferente, atados al afro, atados al que no reconocemos o a quien tiene una condición sexual diferente. Es muy fuerte que la condición de migrante, incluso si tus otras características pertenecen a lo hegemónico, también terminé por hacer diferente, siendo que la migración es una condición humana. Migrantes en infinidad de condiciones, algunos por elección, otros porque salieron por la guerra, otros porque vinieron esclavizados de África. No hay nada más natural que la migración.

En el libro volvemos con lo estético, lo raro y lo feo. Si este no es un animal lindo y tierno no empatizamos. Parece que la empatía solo funciona cuando eso se parece a mí, cuando habla como yo. ¿Hasta dónde llega nuestra capacidad de reconocer al otro?

Foto y noticia: Colprensa