Editorial

En el largo catálogo de metidas de pata nacionales, hay un nombre que nunca decepciona: Pacho Santos. El hombre es garantía de entretenimiento gratuito. Esta vez se superó a sí mismo denunciando que contratistas de Parques Nacionales y la CAR fueron obligados a votar y a llevar el “certificado electoral” como prueba para renovar sus contratos. El problema es que para esta elección no existía tal certificado. Ni papelito, ni sello, ni comprobante. Nada. Solo la imaginación hiperactiva de un exvicepresidente con demasiadas redes sociales y poco contacto con la realidad.

Lo más divertido es que, aunque en Colombia sí existen certificados electorales en otros procesos, para esta jornada simplemente no aplicaban. Pero Pacho, fiel a su estilo, decidió pasar de la duda a la denuncia, sin escalas ni vergüenza. Denunció lo inexistente con la seguridad de quien confunde un rumor de WhatsApp con un informe de la ONU.

Hay quienes dicen que fue un error inocente, producto de la desinformación. Otros creen que fue pura mala leche. Pero la línea entre la ignorancia y la malicia en Pacho ya es tan delgada que debería declararse patrimonio intangible de la política criolla. Porque si fue un error, es de un tamaño épico; y si fue una jugada, fue digna del villano más torpe de una comedia.

El asunto no es menor: acusar sin pruebas a entidades públicas en plena jornada electoral no solo es irresponsable, es francamente ridículo. En un país donde la gente está harta de la manipulación política, llega Pacho a recordarnos que el problema no es la falta de noticias, sino el exceso de opinadores sin filtro. Y eso que alguna vez fue periodista. Hoy parece más bien el jefe de prensa del absurdo.

Pacho Santos podría hacer carrera como generador de memes oficiales. Su trino no provocó indignación, sino risas. Es la prueba viviente de que la desinformación también puede ser comedia. Mientras unos pelean por votos, él compite por retuits de burla. Y hay que reconocerle algo: cuando mete la pata, lo hace con compromiso, con pasión, con entrega total al error.

Así que gracias, Pacho, por recordarnos que el país puede estar en crisis, pero el humor político sigue vivo gracias a ti. Porque cada vez que abres Twitter, Colombia se ríe un poquito más. Otro Pachazo para la historia. Y van… ¿cuántos? Ya perdimos la cuenta.