Por Sergio Villamizar D.
Hace pocos días, Sara Samaniego, más conocida en las redes sociales como Marce La Recicladora, llegó de Dinamarca, donde pasó un mes haciendo un curso intensivo sobre el manejo de residuos sólidos, uno de los países más avanzados en el tema del manejo de basuras y su reciclaje.
Allí supo, que en Dinamarca menos del 1% de los residuos aprovechables llegan a los rellenos sanitarios, mientras que en Colombia, la cifra supera el 70%, por lo que mucho trabajo hay por hacer, en el tema de divulgación, educación y de conciencia ambiental, como ella lo viene haciendo hace más de seis años con su personaje de Marce La Recicladora.
En medio de esa noble tarea, surgió la idea de lo que hoy se titula ‘Marce y el universo de los colores’, un libro ilustrado, que más allá de ser catalogado para un público infantil, es una obra para toda la familia y poder así divulgar mejor el mensaje de la importancia del reciclaje en los hogares colombianos.
Se trata de un viaje, junto a su gatica Miel Tapita Reciclamiau, para que más personas se conviertan en reciclamor y más personas aprendan a separar residuos y proteger el planeta.
EL CLUB RECICLAMOR
–¿Cómo surgió la idea de este libro?
Ya llevo seis años haciendo contenido en redes sociales, y es un tema que hemos venido repitiendo, repitiendo y repitiendo, por lo que era hora en la que queríamos llegarle a otras personas, de pronto a un público diferente.
Ahorita los niños tienen restringidos el tema de las redes sociales. Los padres son muy cuidadosos con que no les dejan ver, pero un libro es de mucho más fácil acceso. Queríamos llegarle a los niños y a toda la familia, porque aparte el tema del reciclaje es un tema que es responsabilidad de todos.
Así creamos un libro familiar, que quería que fuera ilustrado, que no fuera simplemente un texto, sino que le llegara a la gente a través de la imagen. De chiquita me fascinaba hojear libros, así no los leyera, los hojeaba y me encantaba ver los dibujitos, por lo que quería generar esa sensación, que fuera muy colorido, desde el título, ya sabes que vas a ver colores.
–¿Cómo surgió la historia del libro?
Todo inició a través de preguntas como; ¿qué pasaría si los colores se acabaran? ¿Qué pasaría si el mundo se quedara sin colores?
A partir de esas preguntas, en la que Marce la recicladora piensa, porque todos los días los recicladores están pensando en colores, que me pongan en la bolsa blanca ciertas cosas y en la negra otras, lo que no se aprovecha, pero la gente no lo hace, o sea, para el mundo no importan los colores.
Eso es lo que piensa Marce, pero después se da cuenta que no, y por eso es una reflexión muy linda, que así como queremos ver un mundo colorido, un mundo lleno de colores, ¿por qué no también pensamos en que para los recicladores y para el reciclaje los colores son muy importantes y que nuestra mínima tarea es separar en los colores que nos dice la normativa?
–¿Nos falta mucho para entender la importancia de los colores en el mundo del reciclaje?
Yo me he puesto a analizar en una plazoleta de comidas y un centro comercial. Tú ves gente que tú dices, «Esta persona estudió, tiene su familia”, o sea, tú los ves y son gente estudiada, pero van y tiran lo que se almorzaron en todo en la misma los huesos del pollo, con el papelito, con la salsa untada, todo en la misma caneca.
No leemos lo que dice en la caneca que nos da todas las indicaciones, por lo que es un tema de cultura, de pereza, de pronto de falta de conciencia. La gente no sabe que todo eso lo va a abrir una persona, la basura no desaparece, la basura se va a algún lugar.
Qué bueno que la gente sepa qué pasa con sus residuos, quienes son los recicladores y por qué hacen esa labor.
–En la portada aparece la carreta, un símbolo del reciclaje en Colombia…
A mí la carreta me parece algo muy bonito, es un tema muy colombiano, muy cultural de cómo una persona puede rebuscársela. El reciclaje es una manera de ver tesoros en lo que muchos ven basura. Es un homenaje a esta labor, es una manera de entender que su labor es demasiado importante, que son superhéroes invisibles para nuestra sociedad, y que les debemos un agradecimiento muy grande.
Lo que yo quería hacer eran historias de recicladores, porque yo en este mundo me he encontrado unas historias que son para una novela, pero cuando lo empecé a escribir me di cuenta que yo hablo muy informal, pero sentía que las hermosas historias que conocía, debían ser narradas de una manera más poéticas, más bonitas, pero no es mi estilo.
NO SÓLO PARA NIÑOS
–¿Cómo ha sido su acercamiento con un público infantil?
Lo mío son los niños, me fascinan los niños, me parece que tienen el chip ambiental muy fuerte, entonces siento que pueden conectar mucho más con una historia.
Desde niña tenía muchos amiguitos, era muy sociable. A medida que fui creciendo empecé a trabajar con niños, mi primer trabajo fue con niños y tengo tres sobrinos. Además, hice un curso de escritura para niños y ya realizamos una temporada infantil, con música y reciclaje.
–¿Cómo fue el trabajo de la mano de las ilustradoras?
Yo tenía miedo de eso, porque soy muy estricta en todo lo que hago, y tenía miedo de ser tan estricta a la hora de hacer el libro, porque yo no sé ilustrar.
Conocí el trabajo de la ilustradora Ana Blooms hace 4 años, pero a ella le encantó mi trabajo.
–¿Cómo nacieron los ‘reciclamor’?
Cuando empecé como youtuber, me di cuenta que todos llamaban de alguna manera especial a sus seguidores, y quería hacer lo mismo. De ahí nació la palabra reciclador, una labor dura desde cualquier punto que lo veas. De ahí nacieron los reciclamores.
Es una palabra que la gente recuerda mucho. Muchas personas no me conocen por el nombre pero me gritan: ‘Reciaclamor’.
Eso me ha permitido también hablar con más autoridad, con mayor conocimiento de lo que estoy diciendo, de lo que estoy hablando, y siento que ya también el personaje es muy reconocido. Así la gente no me sigue, me conocen o me han visto en algún lado. Entonces, siento que ya se volvió esa voz del reciclaje que acerca a los colombianos a dar un granito de arena, dar su aporte y a visibilizar el trabajo de los recicladores.
DURA LABOR
–¿Qué tal ha sido dividir su vida entre la cotidianidad de Sara y el trabajo de Marce?
Mi vida es como la Hanna Montana, de día soy Marce y de noche soy Sara. De lunes a viernes soy Marce, mientras que los fines de semana soy Sara, lo cual es muy loco, porque en un principio no sabía quién era yo, pero con el tiempo me di cuenta que no necesitaba actuar para ser Marce, sino que simplemente cogí cosas de mi personalidad y las volví más exageradas.
A Marce no le da pena nada. Todo lo que creo que Sara no puede hacer, Marce sí lo puede hacer. Se volvió en ese alter ego que no le tiene miedo a nada, que no le da pena nada. En ese punto, empecé a disfrutar demasiado de ser Marce.
Lo que me diferencia de cuando soy Marce y cuando soy Sara es la gorra y las trenzas. Si tengo gorra y trenzas ya sé que soy Marce, y al quitármelas ya soy Sara.
Cambia mi historia porque claramente Marce es recicladora, yo soy como Sara soy comunicadora social, pero soy mejor comunicando como Marce que como Sara (risas). Marce la recicladora saca lo mejor de mí.
–A Marce le toca vivir en un mundo tóxico, y no me refiero a la basura, sino a las redes sociales…
Si yo apareciera como Sara y no como Marce en las redes sociales, yo de pronto no estaría haciendo más esto, porque el hecho de que te critiquen y te ataquen tanto, es difícil manejarlo y mucha gente no está preparada para ello.
Hay días que siento que no estoy preparada para ello, y siempre me pregunto por qué, cuando tus intenciones son buenas, son positivas, pero de repente alguien te quiere criticar, no le gusta lo que estás haciendo. Luego me doy cuenta que a quien critican es a Marce y no a mí como Sara, por lo que es algo que me permite también tener libertad.
Pero hay cosas mucho más bonitas, muy especiales, que me han permitido dejar de lado muchos miedos.
–Pese a todo, una noble labor el divulgar estos temas…
El tema de las redes sociales ha sido muy bonito porque es poder visibilizar muchas cosas para muchas personas en muchos países, y la embajada de Dinamarca vio mis contenidos, les gustó mucho y les pareció muy interesante que yo fuera a su país a ver lo increíble que hacen ellos con todos los residuos y que aprendiera.
Me dieron una beca para estudiar manejo de residuos sólidos, era un curso superintensivo, en un mes con temas super complejos, junto a muchos ingenieros, pero el último día el profesor me dice: «Todos acá estamos porque entendemos de esto, conocemos cómo funciona el relleno sanitario, los gases de efecto invernadero y demás”, porque yo era la única creadora de contenido en el curso, y en vez de molestarse por eso, me decían: “tú eres la única que está comunicando esto a las personas y traduciendo un lenguaje a un lenguaje fácil. Eso es lo que necesitamos”.
Dinamarca para mí fue un gran ejemplo. Es el futuro al que deberíamos llegar. Es un país que solamente entierra el 1% de sus residuos, cuando nosotros enterramos más del 70% de estos residuos.
–Estamos muy lejos de esa meta…
Solamente reciclamos el 17%, que igual es una cifra alta para ser Latinoamérica. Somos uno de los países que más recicla en Latinoamérica, pero todo es gracias al trabajo de los recicladores porque en Colombia tenemos más recicladores que en otros países de la región. De alguna manera esa injusticia, falta de oportunidades, ha llevado a que haya más recicladores, pero que reciclemos más.
Claramente nos falta mucho, falta mucha conciencia en los hogares, en las empresas, de reciclar bien, de separar los residuos, de entregarle al reciclador, la gente todavía no entiende que es reciclaje y que no es reciclaje. Hay mucha desinformación.
(Colprensa)



