El caso de Freddy Castellanos, profesor del Hogar Canadá, sede F del ICBF en la localidad de San Cristóbal, de Bogotá, acusado de abusar sexualmente a varios menores de edad en su paso por la institución, ha conmocionado al país y también ha dejado en evidencia la falta de control que permitió que una situación tan aberrante ocurriera.
¿Cómo termina siendo contratado un presunto abusador sexual en un jardín del ICBF?
No era la primera vez que Freddy Arley Castellanos Velasco trabajaba en una institución educativa de la capital del país. Ya lo había hecho como docente en una Escuela de Danzas para el Colegio ‘Los Alpes’ durante 7 meses, entre abril y noviembre de 2014, y también fue coordinador del Centro de Desarrollo Infantil de la Fundación Mil Semillas, en donde se habría desempeñado en áreas relacionadas con la nutrición y aspectos psicosociales.
Hasta el momento, no existe información de que otros hechos similares a los presentados en el jardín infantil del ICBF hayan ocurrido en sus anteriores trabajos, pero, a medida que se ha ido develando su historia, han empezado a conocerse señales de peligro que hubieran podido detectarse antes. Por ejemplo, en sus redes sociales, incluso antes de llegar a trabajar en el jardín infantil del ICBF, podían leerse mensajes sexuales explícitos.
Para la exdirectora del ICBF Cristina Plazas este caso trágico evidencia que hace falta fortalecer la seguridad en todos los centros a cargo de la institución y, sin duda, fortalecer las evaluaciones que se aplican a quienes van a tener a su cargo la responsabilidad de cuidar a los niños.
“Aunque el ICBF argumenta que no pueden instalarse cámaras en los cuartos por respeto a la intimidad, debe hacerse una ponderación de derechos: en contextos de riesgo, la seguridad de los niños está por encima. Debe haber cámaras en todos los espacios, incluso en los baños (sin enfocar duchas o sanitarios), para saber quién entra y sale. No es posible que una cuidadora esté en todas partes. Por eso debe haber personal monitoreando cámaras en tiempo real”, señala.
Y agrega:
“Todas las personas que accedan a cargos de cuidado infantil deberían presentar la prueba CUIDA. No es suficiente, pero es un primer filtro. Además, Colombia debe desarrollar herramientas propias para detectar tendencias pedófilas o conductas de riesgo. No podemos seguir improvisando con la seguridad de los niños”.
El ICBF ha anunciado medidas que apuntan en esta misma dirección, como la activación de un protocolo para atención a víctimas de violencia sexual, la aplicación progresiva de pruebas de personalidad a trabajadores y el fortalecimiento del control social, entre otras.
Sin embargo, el problema de la violencia contra la niñez en Colombia va más allá de las deficiencias en la contratación y seguridad del ICBF, sino que abarca problemas de fondo, que están detrás de la violencia intrafamiliar y de género.
Según Plazas, el país necesita un plan nacional serio y urgente que involucre acciones como educación sexual integral desde la infancia, tolerancia cero a la impunidad, formación en crianza respetuosa y sin violencia, y cambiar la cultura machista.
“Hay que transformar las relaciones humanas: pasar del control y el poder, al respeto y el cuidado. Invito a la Defensora del Pueblo a convocar una gran mesa nacional, una mesa con la sociedad civil, las ONG, la academia, los alcaldes, los gobernadores y el Estado; y que no se levanten hasta que haya un plan serio, con metas claras, tiempos definidos y los recursos necesarios”, concluyó Cristina Plazas.
Así fue descubierto
Freddy Castellanos, parecía ser solo un profesor más en el Hogar Infantil Canadá, pero sus comportamientos generaron que algunos menores, a pesar de su corta edad, mostraran señales que pusieron en alerta a sus padres. Algunos de ellos simplemente dejaron de comer y se negaban a volver a ese lugar y mucho menos querían tener contacto con Castellanos.
Margie Espinel, una joven madre de 26 años que vive en el barrio Buenos Aires, en la localidad de San Cristóbal Sur, fue quien primero se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y su voz de alerta permitió que otros niños hablaran y de esa manera los abusos se detuvieran. Se estima que 12 menores entre los dos y tres años habrían sido abusados por Castellanos.
Espinel ha contado en diferentes medios de comunicación que su hija ingresó a ese jardín infantil en febrero, luego apareció Castellanos, y empezaron los cambios de estado de ánimo que la pusieron en alerta.
“La niña comenzó a hacer pataletas más intensas, me decía: ‘mamá, jardín feo, jardín no, abuela sí’”, le dijo al periódico El Tiempo.
Y aunque en un principio pensó que se trataba de una pataleta, el 28 de abril y en medio de lágrimas, le dijo que su profesor, haciéndose el que jugaba, le daba besos en la boca y que eso era muy incómodo para ella.
Pero le contó también que tocó sus partes íntimas.
“Mi niña sabía que nada de eso era un juego, que la actitud de ese tipo no estaba bien, y por eso me contó. Yo nunca dudé de la palabra de mi hija. La conozco. Ella nunca tendría la capacidad de inventar semejante abuso”, le dijo a ese medio.
Ante esas desgarradoras palabras, llamó a la Policía y ellos la remitieron al hospital San Blas para activar el Código Blanco, un protocolo hospitalario que se activa en casos de abuso sexual, en donde le confirmaron que la menor había sido víctima de abuso sexual.
Desde ese momento empezó la lucha para que se hiciera justicia y con el miedo de que más niños hubieran sido abusados. Al día siguiente se encontró con él, este intentó huir, pero ella lo alcanzó. Le gritó violador, e incluso le pegó. Llegó la Policía y se lo llevó, pero contrario a lo que esperaba quedó libre inmediatamente, siguió dictando clase y el jardín lo encubrió.
“Luego me sorprendió que las directivas del jardín infantil fueron capaces de proveerle mis datos para que él me denunciara ante la Fiscalía General de la Nación. Salí a deber. Ellos, en vez de apoyarme en mi denuncia, y tener en cuenta la posibilidad de otros casos, lo único que han hecho es facilitarle las cosas a este señor”.
A la fecha, Castellanos ya fue imputado por los delitos de acceso carnal abusivo con menor de 14 años y actos sexuales con menor de 14 años, las dos conductas agravadas. Los cargos no fueron aceptados. Y fue enviado a la cárcel. Según fuentes de la Fiscalía hasta el momento hay tres denuncias formales en su contra, y otros padres siguen haciendo exámenes a sus hijos.
De ser hallado culpable, Castellanos podría ser condenado a más de 50 años de prisión.
Foto y noticia: Colprensa