Pese a los avances tecnológicos cada vez más veloces en cambios como la producción audiovisual, el director de cine colombiano Simón Mesa decidió que su largometraje ‘Un poeta’, fuera realizado a la antigua en película de 16 mm, que hace poco cumplió cien años de desarrollo.
Era volver a las latas de rollos de cintas operadas en grandes y ruidosas cámaras, sin la posibilidad de contar con una visualización inmediata de lo filmado, cada lata tenía que ser enviada a un laboratorio de revelado, lo que suele tardar semanas, para poder ver si el resultado fue el esperado.
Para muchos, una verdadera locura, para Simón Mesa, reconocido por su película ‘Amparo’ y su cortometraje ganador en el Festival de Cine de Cannes, ‘Leidy’, una necesidad artística y un tributo al quehacer del cine y su historia.
Una decisión arriesgada, pero que hace parte de la estética que logró en ‘Un Poeta’, una película con la que Simón ha vuelto a brillar en el Festival de Cine de Cannes donde ganó el Premio Especial del Jurado en la sección ‘Una Cierta Mirada’.
La cinta es una tragicomedia que explora la vida de un poeta envejecido y fracasado, personificado por el protagonista Óscar Restrepo (Ubeimar Ríos), y cómo la relación con una joven con talento poético le ofrece una posibilidad de redención.
Este 28 de agosto se estrena en las salas de cine del país este nuevo largometraje colombiano, y Simón Mesa habló sobre todo el proceso de realización de la película y su recorrido por los festivales del mundo.
CINE COLOMBIANO POR EL MUNDO
–¿Cómo vivió el extenso recorrido internacional que tuvo la película antes de su estreno en Colombia?
En general, a donde sea que vayamos, como sucedió recientemente en Perú, la reacción ha sido sorprendentemente positiva, recibimos muchos mensajes. La película ha encontrado una conexión muy bella con la gente, porque cuando haces una película esperas lo mejor, pero las películas son muy complejas, jamás sabes lo que puede ocurrir, aunque siempre esperas lo mejor.
Debo confesar que hace rato no la veo completa, pero en las proyecciones siempre uno está atento a la reacción del público, y la gente se ha reído mucho, lo cual es genial porque hacer comedias es muy difícil, entonces ver que los chistes funcionan es muy emocionante.
Ha sido una aventura vertiginosa porque hemos corrido mucho, filmamos entre enero y febrero, por lo que nos ha tocado movernos mucho en muy poquito tiempo, porque usualmente este tipo de trabajo en una película toma más tiempo. Eso ha significado mucho trabajo y un poco de estrés.
–Es muy poco usual que una película colombiana, de las características de ‘Un Poeta’, tenga su rodaje y estreno en el mismo año…
Es verdad, pero no sé, fue una particularidad, que en la sala de edición cuando terminamos un primer corte la vimos y sentimos que fluyó de una manera muy rápida y muy tranquila. Nos sorprendimos mucho en ese momento, que fue el pasado mes de marzo, cuando inclusive se habían cerrado las convocatorias del Festival de Cine de Cannes (Francia), pero la vimos y como que sentimos que había algo y debía estar en el festival.
–¿Qué hicieron si la convocatoria estaba cerrada?
Siempre que terminan la convocatoria dejan unos diez días por si llegan otras películas, así que les escribimos y afortunadamente aceptaron verla cuando aún no habían anunciado su su selección oficial.
Es realmente sorprendente que la película nos permitió llegar a su corte final en muy poco tiempo. Tal vez porque también filmamos muy poco al hacer lo en rollos de 16 mm y no teníamos mucha plata para comprar más las latas, por lo que no podíamos hacer muchas tomas, entonces teníamos muy poquito material y eso era un reto en el rodaje, pero significó un montaje más rápido porque no podíamos jugar con mucho material de las escenas.
–En tiempos de cine digital, ¿por qué hacerlo en el antiguo formado de 16 milímetros…?
Cuando uno le ha dedicado tanto tiempo a este trabajo, al amor a esta pasión, que es un placer, pues era la posibilidad de poder jugar con el romanticismo que implica hacer cine. Además, sentíamos que la estética de ese formato era muy adecuada para la película, porque este poeta, el protagonista, vive en el pasado.
También estamos haciendo como una suerte de homenaje a esas películas setenteras, ochenteras del cine, que hablan de artistas como el poeta de nuestra película, el poeta incomprendido pero con esa mezcla con lo tropical de Colombia, lo que la hace bastante particular. Sentíamos que ese formato nos ponía otra época, así la historia suceda en el presente, la estética pareciera como del pasado, como en el estado mental del protagonista.
Usualmente cuando uno termina de editar películas en este formato tiene que limpiarle el borde a la cámara, porque todas las películas que filman en cine están imperfectas en su cuadro, y como estamos tan de afán pero al mismo tiempo vimos eso y dijimos, es parte de lo hechizo, un poco la estética de lo feo de la película, entonces decidimos dejarlo.
Además, el hecho de filmar, el sentir que hay una cámara de 16 milímetros en el rodaje, es algo muy bello, se siente algo muy sagrado, como el volver a lo artesanal del cine, lo cual sentimos todos en el rodaje. Incluso el sonido de estas cámaras ya generan una atmósfera especial, pero también sentir que hay que filmar poquito porque se nos acaba el material. Todo esto me reconectó con la idea de siempre no filmar mucho sino lo que es, con esa austeridad de cuando estaba empezando, lo que genera una lógica, una forma de trabajo que es muy práctica y muy bella.
–¿Les trajo dificultades volver a este formato?
Varios. El director de fotografía, quien es muy profesional, quien sabe exponer la luz de una manera única, pero con los 16 milímetros nunca sabemos cómo se verá hasta que no llega el material revelado, por lo que verlo fue muy emocionante cuando llegó desde el laboratorio revelado, y ese proceso también es muy bello. Es realmente una novela, porque no vez nada hasta que todo está revelado.
–¿Fue un rodaje muy exigente?
Es un guión muy complejo, a pesar de que he escuchado a muchos decir que es una historia simple, pero pasan muchas cosas, lo que implicó un rodaje muy apretado para alcanzar más de 130 escenas, por lo que había que filmar unas cuatro o cinco escenas por día y eso es demasiado. Nos tocaba ser muy ágiles.
Pero en general, por ser una comedia, había mucho disfrute en el hecho de ver al protagonista padeciendo todas las situaciones que vive, lo cual fue muy divertido, pues filmar comedias es bastante divertido.
–Una comedia pero con un personaje y una vida bastante trágica…?
Lo bello es que en el final de la película hay como una luz que hace sentir que a pesar de tanta tragedia, pues hay luz, y eso yo siempre lo quise. 
A pesar de los infortunios del poeta, con una vida misma que a veces te muestra un lado oscuro de frustraciones, y lo quise plasmar pero a través del humor.
–Un personaje que desea ser poeta pero termina siendo profesor para sobrevivir…
Siempre tuve esa idea en la cabeza, de esas personas que no pueden ejercer su profesión y terminan dando clases, incluso yo lo he hecho, pero también conozco a gente que se dedica a docencia de manera decidida y con una pasión muy grande.
Como cineasta también he sido profesor, desde hace muchos años, y a mí me encanta la docencia, pero es verdad que muchas veces lo hacemos por llenar el vacío económico que el cine no me ha proporcionado, porque el cine es muy inestable, y sobre todo el cine independiente. Decidí convertir mis frustraciones en comedia.
–Un poeta que en la vida se encuentra con una posible futura poeta…
Él canaliza, a través de ella, todas sus frustraciones, las mismas que yo llegué a tener, con todos los dilemas que envuelven el mundo del arte, que te pueden llevar a los extremos bastante complejos. Es en cierta forma una especie de guiño o burla de todo lo que se vive alrededor del arte en Colombia.
Siempre he pensado mucho en las actrices de mis películas que son actrices no profesionales, que surgían como del barrio, por así decirlo. La relación que entablo yo con ellas es de índole laboral, pero al mismo tiempo se debe ser consciente de que las sacamos de su entorno para hacerlas parte de un proyecto cinematográfico y cambiarles la vida por un tiempo muy reducido, lo cual tiene unas implicaciones éticas.
Lo tomamos en serio y con cuidado, en una búsqueda de cerca de dos años, para encontrarlos y trabajar con tiempo de anticipación al rodaje.
–¿Cómo encontraron al protagonista ideal?
Iniciamos la búsqueda a través de actores profesionales e hicimos pruebas a gente del teatro, el cine y del teatro, con actores famosos y no tan famosos, pero también queríamos irnos por el lado de esos seres del arte, del mundo de los poetas y escritores e incluso músicos. También del mundo de la bohemia, los intelectuales de cafetín. Incluso llegamos a realizar pruebas a profesores míos. Hicimos un casting muy largo porque queríamos llenar un poco también ese universo real con gente real, y en ese proceso, un amigo me envió el perfil de un señor que vivía en el oriente antioqueño y que era profesor de religión y filosofía en una escuelita, que creó un canal de Youtube para dar clases en pandemia.
Entre la primera vez que lo llamamos, hasta el casting final, pasó más de un año, tiempo durante el cual seguíamos haciendo pruebas a otros, pero yo solía volver a su perfil de Facebook y a sus videos de Youtube.
Me tomó un tiempo entenderlo porque una vez le entregué el personaje a Ubeimar Ríos, era entregarle todo el personaje, porque yo no lo tenía del todo claro, todavía no existía, no lo veía como él. Ubeimar me hizo entender que él era el poeta y cambió básicamente la historia, le dio un giro muy grande al personaje.
Es muy curioso porque uno usualmente tiene una idea muy definida de cómo quiere al personaje, pero al encontrarme Ubeimar, todo cambió, con un cambio totalmente para bien.
No solo era la actuación, también el físico, porque la comedia indica mucha acción física, correr y moverse en escenas de acción, lo cual fue todo un reto para él que no estaba acostumbrado.
Foto y noticia: Colprensa