Un nuevo giro tomó la investigación sobre el reciente asesinato en Bogotá del esmeraldero Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”. La nueva versión contradice la participación de un francotirador quien habría acabado con la vida de Aguilar en su residencia, sitio en donde se oficiaba una misa. La nueva hipótesis indica que hubo más de un disparo y no propiamente de larga distancia. Alias “Pedro Pechuga”, era conocido en el occidente de Boyacá como el “Zar de la Muerte” y en los bajos fondos de Bogotá, como el “Empresario de la Muerte”.
Las fuentes sostienen que en el exclusivo condominio Conjunto Bosques del Marqués, se encontraban acompañando la misa otras personas aparte de la esposa e hijas de la víctima. Los testigos de los hechos y el sacerdote que oficiaba el acto religioso, se han negado a declarar, al parecer, por amenazas en contra de sus vidas.
“Pedro Pechuga” fue la criatura que engendró, a su imagen y semejanza, el otrora temible y ya desaparecido “Zar de las Esmeraldas”, Víctor Carranza. Juan Sebastián Aguilar durante muchos años fue el jefe de seguridad del multimillonario Carranza, de quien aprendió el arte de la guerra.
Con el cinematográfico y cada vez más confuso crimen de “Pedro Pechuga”, acaecido el pasado 7 de agosto de 2024, rápidamente surgieron varias hipótesis que tratan de dilucidar, qué es lo que está pasando en el turbio clima de los esmeralderos en el centro del país.
El creciente poder, en el mundo de las esmeraldas, de Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”, se disparó desde el día de la muerte de su patrón, Víctor Carranza en el mes de abril de 2013. Sus enemigos desde hacía más de dos años habían asignado una suma millonaria indeterminada para silenciar a “Pedro Pechuga”, solo esperaban que se produjera la noticia. Su caída era la crónica de una muerte anunciada y eso se sabía en el imperio de la piedra verde.
Con la muerte de “Pedro Pechuga” se comienza a develar quien es el verdadero rey de las esmeraldas en Colombia. Todos los radares apuntan a señalar a Julio Alberto Lozano Pirateque, alias “Patricia”.
En el año 2010, una mega operación en contra del lavado de activos reveló que personas vinculadas a la organización narcotraficante de Daniel el “Loco” Barrera habían utilizado al club Independiente Santa Fe como testaferro. Entre los implicados estaban Julio Lozano Pirateque, Claudio Javier Silva Otálora y Luis Caicedo Velandia, quien había pagado una condena por narcotráfico en Estados Unidos.
Julio Lozano Pirateque era, para la época, un narcotraficante y colado esmeraldero que utilizaba una práctica de falsa venta de esmeraldas para lavar activos y ya rivalizaba con el peligroso Víctor Carranza, el antiguo “Zar” de las esmeraldas.
Luego de pagar en Estados Unidos, desde 2010, una condena de seis años de prisión por lavar 11 billones de dólares y quedar libre en diciembre de 2016, Julio Lozano Pirateque actualmente desde Dubái mueve los hilos en Colombia, entre otras actividades delictivas, la de la siempre apetecida zona de las esmeraldas en el occidente y oriente de Boyacá.
Lozano Pirateque, con su inmenso poder, controla a los Carranza, a los Molina, al cuestionado clan de los Montenegro cuya cabeza principal es Ubaldo Montenegro, socio de Iván Vanoy, hijo del narcotraficante y ex jefe paramilitar del Bloque Minero de las extintas AUC, Ramiro el “Cuco” Vanoy.
Además, Julio Lozano Pirateque controla al billonario Jesús Hernando Sánchez, el promocionado hasta estos días, como nuevo “Zar” de las esmeraldas en Colombia, quien le adeuda a Lozano Pirateque unos 30 millones de dólares. Julio Lozano además fiscalizaba al propio alias “Pedro Pechuga”, elevado por sus súbditos altos mandos militares de la Policía y del Ejército Nacional y hasta por el propio Obispo de Chiquinquirá, Luis Felipe Sánchez Aponte, como un héroe caído en batalla.
“Pedro Pechuga”, deja como su posible sucesor, como brazo armado del indescifrable hoy “compungido” socio, Jesús Hernando Sánchez, a un personaje igual de avezado a él, de nombre Juan Colinque, y detrás de éste, haciendo fila, a un individuo conocido como Carpa, trabajadores en vida de “Pedro Pechuga”. No obstante, la relación entre el todopoderoso Jesús Hernando Sánchez y Colinche no es nada buena.
Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”, era históricamente la persona que a nombre de Víctor Carranza primero y luego de Jesús Hernando Sánchez trataba y “arreglaba” a mandos de la Policía y del Ejército así como a fiscales y representantes de la justicia en el país, a cambio de mucha plata, tanto que hábilmente decidió crear empresas de vigilancia que hoy tienen contratos con entidades del Estado, a tal punto de contar hipotéticamente con unos mil hombres muy bien armados a su servicio, en su guerra ilegal, con armas legales.
Pero el alcance de “Pedro Pechuga” como buen “fruto” del nefasto Víctor Carranza, no paró en un mundo esmeraldero donde se mueve el narcotráfico, el jugoso lavado de activos, la criminalidad de buena parte de Boyacá, algo de Cundinamarca y Bogotá, todo obnubilado por la luz encendida de las verdes esmeraldas sino que a través del Partido Verde y sus secuaces, se introdujo en la presidencia de la República de Colombia con la ex Alta Consejera para las Regiones, su ex amante, la ex senadora Sandra Ortiz, con quien pretendieron en la presidencia pasearse por toda la geografía nacional repartiendo carro tanques de mentiras y cooptando votos, de la mano del cuestionado ex militante del M-19 y ex director de la Dirección Nacional de Inteligencia, Carlos Ramón González, para llevar de la mano, en una maniobra macabra, a otro oscuro personaje, el actual gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, como candidato del Partido Verde a la próxima presidencia de Colombia, claro con toda la tula a cuestas y así, todos felices, secuaces y políticos corruptos, para cerrar su obra perfecta… Pero todo se les cayó.
Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”, tenía acciones en la mina de Cunas, junto a un señor de apellido Rodríguez, a los Molina, a los Carranza y al propio Julio Lozano Pirateque. Poseía acciones en una mina en Gachalá, como socio de Camilo Sánchez, hermano menor de Jesús Hernando Sánchez. En las minas de Muzo tenía acciones de otros títulos mineros y su empresa de seguridad privada, Seguridad Oriental Ltda., prestaba la vigilancia a las empresas, Esmeraldas Mining Services y Colombian Shared Services.
Jesús Hernando Sánchez Sierra, quien sobrevivió a nueve balas en un atentado criminal perpetrado, en el Centro Comercial Andino de Bogotá, el martes 9 de octubre de 2012, era secundado por su brazo armado, Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”, un gatillero dueño en Bogotá de empresas de seguridad ubicadas en la calle 26 con Avenida Rojas.
Jesús Hernando Sánchez y su clan controlan las operaciones de las minas en Chivor, Coscuez, Maripí (mina Santa Rosa) y ahora entraron a Gachalá, con la compra de acciones que le hicieron a Camilo Sánchez.
En la mina de Cunas, su dueño original, Alfonso Montaño fue asesinado en Coscuez y la mina quedó en poder de Horacio Triana, cuñado de “Pedro Orejas” (hoy extraditados). Ese botín de guerra fue adquirido por Jesús Hernando Sánchez y Víctor Carranza, se dice, con documentos falsos. Cunas, la mina en donde era socio “Pedro Pechuga” es una mina que puede producir, al mes, entre 10 y 20 millones de dólares.
En el ambiente esmeraldero se sostiene que Jesús Hernando Sánchez y su socio el ultimado “Pedro Pechuga” la habían emprendido contra poderosos esmeralderos y eran responsables, mediante su poder económico de varias extradiciones, entregas al gobierno americano que les quitó del camino a eventuales oponentes quienes podrían disputarles la supremacía en el manejo de las esmeraldas en el país.
Meses atrás, el periódico El Tiempo de Bogotá, del 8 de noviembre de 2023, difundió un artículo en donde daba cuenta que “En la terraza del piso 15 (oficina 1504 B) de la sede de la empresa, en el norte de Bogotá, encontraron fragmentos de la ojiva de proyectil de fusil que le pasaron cerca a la cabeza y que no desencadenó un escándalo -por la modalidad sicarial- porque el gatillero falló por milímetros”, la víctima del atentado era Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga”, oriundo de Chiquinquirá. Con él, al momento del atentado perpetrado por un francotirador estaba Andrés Alberto Lozano Duarte, hijo de Julio Lozano Pirateque.
Julio Lozano Pirateque luego de purgar prisión en Estados Unidos fue señalado de hacer alianzas con el Clan del Golfo, con el objetivo de recuperar millones de dólares que había dejado en manos de testaferros cuando estuvo recluido en cárceles americanas.
El periódico El Tiempo indicó que luego de filtrase un audio de alias “Otoniel”, cabecilla del Clan del Golfo, hablando de su alianza con Lozano Pirateque, lo último que se supo del ex capo es que vivía en Dubái y que estaba tramitando permisos para abrir una empresa familiar.
Tanto poder se le atribuía al abatido, “Pedro Pechuga”, que se daba el lujo de indicar quién de su criminal y peligroso sector debería ser el próximo extraditado hacia los Estados Unidos, A “Pechuga” se le sindicaba de estarle quitando, vía “amarre”, los títulos mineros en las minas de esmeraldas a propios y extraños, a quienes despojaba de sus bienes en una semana, amparado en su peligrosidad, multimillonaria capacidad financiera, capacidad armada y con la complicidad de la justicia y de miembros de alto rango de la Policía y Ejército, quienes curiosamente lamentaron profundamente su muerte.
Era tan inmenso el poder de maniobra del asesinado Juan Sebastián Aguilar, alias “Pedro Pechuga” que, él solo, llegó a ocupar de manera simultánea tres oficios criminales, el primero como el que tuvo Pablo Elías Delgadillo, un capo de capos al servicio de Víctor Carranza, quien ayudó y de qué manera al entonces candidato y luego presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez con todo su poder, hombre que manejaba a su antojo a Policía y Ejército. El segundo que reemplazó “Pedro Pechuga” fue al patibulario Crisanto Bohórquez y tercero, al tristemente célebre, ya bajo tierra, Ángel María Roa Castañeda, alias “Cagarruta”, compadre del entonces director del DAS, el general Miguel Maza Márquez, quien le expedía salvoconductos a su antojo.
“Pedro Pechuga” fue una criatura que se les salió de las manos a sus creadores y protectores, éste como socio de una mina en Cunas, Maripí, en el occidente de Boyacá, hace unos treinta días se había enguacado y, comentan en el sector, que solo a él le habrían quedado, unos $200 mil millones de pesos.
Con respecto al verdadero “Padrino” de las esmeraldas, el narcotraficante, Julio Alberto Lozano Pirateque, alias “Patricia”, éste desde Dubái logró aglutinar, para sus intereses, a todos los grandes actores en el mundo de las esmeraldas, salvo contadas excepciones, así fuesen enemigos, como es el caso de Jesús Hernando Sánchez y el clan de los Montenegro.
Ese señor, Julio Lozano Pirateque se mueve por todos lados, y es el verdadero rey de las esmeraldas en Colombia, indicó una fuente.
Por: Alfredo Serrano Zabala Escritor y periodista