Cartagena, 31 de julio de 2025. El maestro Luis Ernesto Ortiz, reconocido pintor paisajista y ambientalista del arte colombiano, celebra 50 años desde su ingreso como cadete de la Escuela Naval (contingente 71 IM 09) con una vida dedicada a capturar en sus lienzos la esencia de los paisajes que habitan su alma.

A través de su obra, Ortiz ha logrado traducir las sensaciones que emanan de la tierra en atmósferas cromáticas que invitan a la contemplación. Sus cuadros no solo representan montañas, neblinas, auroras o atardeceres, sino que exaltan la luz como personaje central de la naturaleza. La atmósfera, el volumen, los matices ocres, verdes, rojizos y azules componen escenarios que conectan con la emocionalidad del espectador, evocando referentes como Corot y Rembrandt.

Pintor de atmósferas y embajador cultural

Ortiz se describe como un «pintor de atmósferas», título bien ganado por su técnica expresiva basada en manchas, texturas y mezclas de color que le han permitido capturar la inmensidad del paisaje colombiano con una sensibilidad única.

Su vida artística estuvo marcada por su experiencia en el buque escuela ARC Gloria, a bordo del cual recorrió los mares del mundo como Embajador Cultural de Colombia, llevando sus obras a puertos de Japón, China, Singapur, Malasia, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile, Ecuador y Uruguay.

“Fue una locura la fila para ver mi exposición en Tokio. Era interminable”, recuerda Ortiz sobre una de sus más memorables muestras internacionales.

Un mural para su casa naval

En homenaje a sus cinco décadas de vida artística y a la institución que lo formó, el pasado 7 de julio Ortiz entregó un mural titulado «Siempre Avante» (200 x 200 cm) a la Escuela Naval de Cadetes, como símbolo de gratitud y continuidad de su misión cultural.

Luis Ernesto Ortiz reafirma con cada obra su compromiso con el patrimonio ambiental colombiano, plasmando en sus paisajes la biodiversidad de un país tan diverso como bello. Su arte sigue siendo puente entre la tierra y el espíritu, entre la pintura y la emoción, entre Colombia y el mundo.

¡Buen viento y buena mar, maestro Ortiz!