En Moscú, el Tribunal Supremo de Rusia emitió un fallo el 30 de noviembre que prohíbe el movimiento internacional LGBT, declarándolo como una «organización extremista». La decisión, respaldada por el Ministerio de Justicia ruso, ha generado preocupación a nivel nacional e internacional.

La medida, con efecto inmediato, prohíbe la propaganda, la publicidad y cualquier actividad que fomente el interés o la integración en las filas del movimiento LGBT. Aunque oficialmente el movimiento no existe como entidad jurídica, el tribunal lo declaró extremista, abriendo la puerta a posibles persecuciones de activistas y aumentando los temores de incremento de la homofobia en el país.

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La audiencia, que duró más de cuatro horas, se llevó a cabo a puerta cerrada con la ausencia de la parte demandada, pero permitiendo la presencia de periodistas para conocer la decisión. Según Associated Press (AP), no se presentaron pruebas durante el proceso.

La modificación constitucional de hace tres años en Rusia ya limitó el matrimonio a la unión entre un hombre y una mujer, y las relaciones entre personas del mismo sexo no están reconocidas en la Carta Magna rusa.

 

Impacto y Reacciones:

 

Activistas de derechos humanos advierten que la decisión podría conducir a la persecución de activistas LGBT y aumentar el odio e intimidación hacia la comunidad. Temen que incluso las reuniones informativas sobre el tema puedan considerarse delito. La prohibición del movimiento LGBT podría amenazar el apoyo psicológico y legal para sus miembros, aumentando el riesgo de suicidios en la comunidad.

Aunque no está claro el alcance preciso de la ley, críticos sugieren que se aplicará selectivamente. Organizaciones de derechos humanos informan de un aumento en las solicitudes de miembros de la comunidad LGBT que desean abandonar el país.

En un contexto más amplio, mientras Rusia enfrenta una creciente incertidumbre debido a la guerra, el presidente Vladimir Putin ha buscado promover una imagen de Rusia como defensora de los valores morales tradicionales, contrastando con lo que describe como un Occidente decadente. Putin ha ridiculizado recientemente las tendencias occidentales, como la existencia de múltiples géneros y desfiles homosexuales, llamándolos «transformers».

La audiencia cerrada y la designación de movimientos como «extremistas» son herramientas recurrentes del Kremlin para cancelar aquello que considera una amenaza. Más de 100 grupos ya están prohibidos en Rusia bajo esta categoría, incluyendo el movimiento religioso Testigos de Jehová y organizaciones vinculadas al opositor Alexei Navalny.