La historia ocurre cuando cada mes de julio, miles de peregrinos le rinden homenaje a San Patricio, quien según el margen histórico, ayunó y rezó en la cumbre durante 40 días.

Cuentan que San Patricio, mientras yacía en su lecho de muerte el 17 de marzo del año 461,  pidió a quienes le rodeaban que brindaran por su viaje al cielo con «una pequeña gota de whiskey» para aliviar su dolor. Es por esto, que muchas personas en el mundo, celebran su existencia, bebiendo.

En Irlanda, esta tradición  sigue existiendo un componente cultural y religioso sobre esta festividad, aunque se haya convertido en una excusa para vestir de verde y beber mucho alcohol  en el resto del mundo.

Así mismo, gracias al empeño misionero se pudo fusionar la cultura irlandesa con el cristianismo.

Desde ese momento,  los irlandeses continúan mostrando su gratitud por este santo vistiendo un ramillete de tréboles el 17 de marzo. Empiezan el día con una misa, seguida de una fiesta que dura todo el día, y oración y reflexión por la noche.