El informe sobre la educación en los países de la Ocde que se acaba de publicar, señala que Colombia ocupa el primer lugar en deserción escolar entre todos los países calificados, señalando que en el nivel de primaria el 8,3% de los estudiantes repitieron el año, y que en el nivel de secundaria la cifra sube a 10,5%.
Estas cifras resultan ser dramáticas para una sociedad que contempla la frustración de muchos jóvenes que no pueden cumplir con las expectativas de educación para poder estar en capacidad de afrontar el futuro que se les advierte. Sobre todo, cuando la media de los países evaluados está en el 1,4 para el primer caso, y en 2,4 para el segundo. Es decir, bastante lejos estamos de los estándares internacionales.
En la deserción escolar mucho tienen que ver los profesores, que no están atentos para monitorear el comportamiento y desempeño de sus alumnos, para estar en capacidad de diseñar instrumentos que mitiguen el impacto de las situaciones que los afecta.
Cada alumno representa un individuo con situaciones particulares y tal vez únicas que es necesario interpretar. Todo el mundo no aprende a la misma velocidad, ni con los mismos métodos, lo que implica que los instrumentos a utilizar no pueden ser los mismos para todo el universo del grupo, sino que es necesario individualizar en la medida en que se identifiquen las diversas situaciones que se presentan.
Ese acompañamiento del profesor, debe también involucrar a los padres de familia, que muchas veces no alcanzan a detectar las fallas que se presentan en sus hijos, o no están en capacidad de hacer los seguimientos que se requieren para purgar las falencias.
A su vez, esta medición también registró otro índice preocupante que es el de retraso de los alumnos, es decir, cuando llegan a un curso a mayor edad, que se presenta en un 11,7% para primaria, y en un 19,6% para secundaria, situación que también genera traumatismos en el ciclo de capacitación del estudiante.
Y lo más preocupante, es que el informe manifiesta que el cuadro negativo se está incrementando año tras año, lo que quiere decir que no se están haciendo ejercicios de identificación de las causas y tampoco se están diseñando los correctivos para poder subsanar, o por lo menos disminuir el impacto del problema.
Es urgente ajustar la estrategia del plan educativo, pues estos cuadros son aún más dramáticos en la educación superior, en donde se puede comprobar que la mitad de los jóvenes se está quedando sin acceso, a lo que después hay que sumarle el tema de la deserción.
El elemento educativo es esencial para el desarrollo de un país, y para que sus habitantes puedan estar en capacidad de alcanzar los niveles de vida aceptables.
Foto y noticia: Colprensa