Lo que hace el canal RCN en sus plataformas digitales con Aída Victoria Merlano no es solo un error editorial: es un reflejo cínico y peligroso de cómo, en algunas ocasiones, los medios de comunicación actúan, al parecer, sin control, entregando el contenido editorial a inexpertos sin contexto de país que, guiados por su obsesión de subir el rating, pueden terminar blanqueando el delito y desdibujando la responsabilidad penal de personas ya condenadas en juicio que no han resarcido su falla.

 

 

Hablamos de una mujer condenada por facilitar la fuga de su madre, una excongresista corrupta sentenciada por compra de votos, porte ilegal de armas y concierto para delinquir. No se trata de una figura pública cualquiera. Aída Victoria participó activamente en uno de los episodios más bochornosos de la política reciente, una fuga de película que burló al Estado, avergonzó al sistema judicial y fue ejecutada en plena capital del país. Esa poca memoria sí que nos hace daño.

 

 

Sin embargo, para RCN, esto parece ser apenas un detalle anecdótico. El canal la invita, la entrevista, la proyecta y la celebra como si fuera una influencer más, sin mencionar o al menos sin darle el peso suficiente a su responsabilidad penal. La convierten en opinadora de farándula, panelista de polémicas menores, referente de redes sociales, como si el delito no existiera. Esto, sin duda, deja un muy mal mensaje para los jóvenes que ven en ella impunidad. «Por la plata baila el perro», decían los abuelos.

 

 

Esto no es simplemente entretenimiento. Es una forma peligrosa de normalizar el crimen político y social, una estrategia de lavado de imagen en horario estelar. Porque lo que no se dice también comunica: cuando no se contextualiza la gravedad de sus antecedentes, cuando no se recuerda que está libre por una apelación, pero no exenta de culpa, se envía un mensaje directo a la audiencia: delinquir no es tan grave si sabes moverte en medios.

 

 

Mientras cientos de jóvenes sin conexiones purgan condenas por delitos menores, Aída Victoria da entrevistas, graba videos y genera ingresos desde la visibilidad mediática. La justicia se vuelve espectáculo, y el delito, una carrera de influencia. ¿Qué diferencia hay entre esto y una apología al delito? El Código Penal podrá decir que no hay incitación directa, pero la televisión dice otra cosa: ser condenado no es obstáculo para ser famoso. Y así nos tocó ver entrevistas como la que ‘Pirry’, estando casualmente en RCN, le hizo al violador de niños, asesino y degenerado psicópata alias Garavito, quien mató a un centenar de niños, siendo el asesino miserable más cruel de los últimos 70 años en Colombia.

 

 

RCN tiene derecho a cubrir lo que quiera, pero también tiene una responsabilidad ética con el país. La televisión no puede ser cómplice de la impunidad. En un país fracturado por la corrupción y el desinterés por la legalidad, el deber de los medios no es sumar clicks a costa de la memoria colectiva. Es recordar, exigir y no dejar que se borren las consecuencias.

 

Aída Victoria Merlano puede tener micrófono, pero los medios deciden si amplifican su voz con sentido crítico o con liviandad complaciente. Hoy, RCN eligió lo segundo. Y eso es, sin duda, una forma muy fina —pero muy peligrosa— de legitimar el delito.

 

Por Nación Paisa