El Strategic Research Center de EAE Business School, realizó un análisis de la actualidad del sector vitivinícola. Claramente, existe un impacto del COVID-19 en las ventas globales de vino, las cuales han caído 14,2% en los países de Latinoamérica. Gran parte de las ‘terribles’ consecuencias para el sector, se han dado por las restricciones aplicadas al canal HORECA.

Gloria Vallés autora del informe y docente de EAE Business School señaló “El impacto de la pandemia en el consumo de Bebidas Alcohólicas ha caído un 12%, a la que se espera una recuperación en V, por lo menos de forma temporal, por el deseo de celebración que auguran tantos meses de encierro y limitación de los encuentros sociales. Esta primera posible euforia no será sostenible en el tiempo, por lo que el sector del vino tendrá que acelerar la toma de decisiones y el diseño de nuevas estrategias para poder recuperarse y trazar un futuro para las próximas generaciones”.

En ese orden de ideas, las bodegas han acumulado stocks de vinos no vendidos durante el año pasado y -solamente- las que estaban bien posicionadas en los mercados de exportación han podido salvar, en cierto modo, la crisis. Ahora, no todo son malas noticias: la industria caracterizada por haber estado arraigada a sus tradiciones, demostró un poder de adaptación al cambio, por lo que se ha visto en esta tormenta una oportunidad para transformarse. La digitalización de las estrategias de marketing y ventas se han vuelto esencial para la supervivencia, y las empresas que lo han aplicado han podido aprovechar en gran parte el aumento del consumo online de vino.

América Latina cuenta con el quinto productor mundial, Argentina, y es también mercado para vinos internacionales que se importan al continente, siendo México el principal país de destino para los vinos españoles en la región.

Entre los principales productores se encuentran Argentina (13,0 mhl), Chile (12,0 mhl) y Brasil (2,0 mhl), seguido de lejos por Perú. El volumen global de la producción en el continente en 2019 fue menor que el año anterior, especialmente en Brasil (-34%).

El consumo per cápita es también mayor en los países de América Latina que son productores: 22 litros en Argentina, 14 en Chile y 1,5 en Perú, según datos de Statista de 2017. Asimismo, en México se vendieron 123 millones de litros en 2019, en Colombia 39 millones de litros en 2019 (un 3% más que el año anterior), en Ecuador 15 millones de litros, en Costa Rica 10 (8 de los cuales de vino tinto) y en República Dominicana 8 millones de litros, con un crecimiento más marcado de los vinos espumosos en este último país y de la venta de vinos rosados en Ecuador (+20%).

El incremento de tasas en Colombia ha llevado a una reducción de la oferta, especialmente en los segmentos premium, lo que ha empujado a los consumidores a buscar marcas más económicas en el canal off-trade. El consumo de espumosos se ha visto beneficiado por nuevas ocasiones de consumo, en 2019 se han consumido 5 millones de litros con un crecimiento del 12%.

En Argentina, previo al Covid-19, el mercado mostró una ligera recuperación después de un período muy complicado entre 2016 y 2017 debido a las condiciones climáticas y a la devaluación del peso argentino. En 2018 el ‘boom’ de la cerveza artesana afectó el consumo de vino, especialmente en restaurantes y bares, si bien en 2019 gracias al off-trade se pudo recuperar.

México donde la cerveza es la bebida alcohólica más popular, seguida del tequila y el whiskey, el vino compite con por compartir ocasiones de consumo, ya que los mexicanos lo seleccionan -junto a la cerveza- indistintamente para consumo diario por considerarlas alternativas menos alcohólicas que los otros licores.

El mercado del vino ha crecido de forma regular desde 2013 llegando a 1.655,9 millones de dólares en 2017, especialmente a un mayor interés y educación en vinos de los consumidores, además del aumento propio mercado de producción local.