Desde al menos 2019, se ha destacado una cifra impactante en cuanto a las muertes relacionadas con el asma. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica en su sitio web que en 2019 se estimaba que 262 millones de personas en todo el mundo vivían con asma, y esta enfermedad fue responsable de 455,000 defunciones. Estas cifras ilustran la gravedad global del asma, y es importante destacar que, incluso durante la pandemia, esta afección ha ido en aumento.

Sin embargo, más allá de la gravedad de esta enfermedad pulmonar, también se debe abordar el uso de corticosteroides como tratamiento. Aunque los corticosteroides son efectivos para aliviar el dolor y las crisis asmáticas, no proporcionan una cura completa. Esto se debe en parte a la existencia de al menos dos fenotipos del asma que no responden de la misma manera a los corticosteroides.

Además, estos medicamentos, como la prednisolona, pueden ocasionar una serie de efectos secundarios a largo plazo. Por ejemplo, si un paciente con asma experimenta al menos dos crisis asmáticas, existe un alto potencial de desarrollar efectos negativos, como aumento de peso, aumento de la presión arterial, debilidad ósea (osteoporosis), diabetes, trastornos emocionales y otros.

¿Por qué no existe una cura definitiva para el asma?

La razón radica en que actualmente no se comprenden completamente los mecanismos subyacentes de esta enfermedad. El asma es una afección crónica multifactorial que dificulta tanto su comprensión como la búsqueda de un tratamiento definitivo.

A lo largo de los años, desde hace siglos, se han probado diversos medicamentos para tratar esta afección. En la antigüedad, incluso se creía que el tabaco podía ser un tratamiento, pero investigaciones posteriores demostraron que empeoraba la condición. Detrás de los corticosteroides, existen una variedad de tratamientos antiguos y actuales que buscan aliviar los efectos del asma.

Desde enfoques herbales hasta el uso de corticosteroides y esteroides, se han implementado tratamientos para abordar las crisis asmáticas. A pesar de los avances tecnológicos, esta enfermedad ha aumentado en incidencia desde la pandemia y, lamentablemente, continúa generando tasas de mortalidad significativas.

 

Por: Sara Pardo Del Río