En la noche del 30 de noviembre, la tradicional alborada de Medellín se vio empañada por un incidente controversial que ha encendido la ciudad. Una mujer aún sin identificación desafió las normas al salir a la calle en lencería roja y posteriormente despojarse del sostén en público, exponiendo sus pechos durante el festejo que marca el inicio de diciembre al parecer en una de las comunas de la ciudad y permitiendo ser grabada por los espectadores.

 

Este acto inmoral ha avivado la discusión sobre los límites de la celebración y la moralidad en eventos públicos, con la legislación colombiana condenando este comportamiento por atentar contra el orden público y la convivencia ciudadana.

Sin embargo este acto no es el único que sigue generando polémica en los medellinenses, pues contrario a las percepciones comunes sobre la alborada, hace algunos años se viene hablando sobre un trasfondo oscuro y turbio del origen de este festejo, el cual se remonta a los años gloriosos del narcotráfico en el país, pero sobre todo en Medellín.

El origen de la alborada

Aunque han pasado los años todavía se habla de alias don Berna, quien figura relacionado al narcotráfico y al paramilitarismo y su vez quien ordenó la detonación masiva de pólvora a las 12:01 del primero de diciembre en todas las comunas de la ciudad. Este evento no solo marcó una supuesta desmovilización, sino que también sirvió como mensaje de presencia y control en Medellín.

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Estas revelaciones plantean preguntas sobre la pertinencia y legitimidad de continuar con la celebración de la alborada en la ciudad. Ante el oscuro pasado de esta festividad, la ciudad de Medellín se enfrenta a un dilema: ¿debería preservar una festividad que, lejos de sus orígenes aparentes, tiene vínculos con el crimen organizado, o debería reconsiderar la continuidad de un evento instrumentalizado para enviar mensajes de poder y control?

La ciudadanía se encuentra dividida entre aquellos que defienden la tradición y quienes abogan por una reflexión más profunda sobre el significado y la historia de esta celebración aparentemente inocente, pero que hoy en día sigue demostrando todo tipo de bajeza cultural como la vivida en la pasada noche del 30 de noviembre con el video de la mujer y con los quemados, víctimas de tan sonado festejo.