Ituango. Lunes 15 de enero de 2024.  Más de 400 emberá katío eyábida (habitantes de montaña) viven en el resguardo de Jaidukamá, un territorio de más de 100 años de historia y de 2.657 hectáreas ancestrales, ubicado a 10 horas del casco urbano de Ituango, en el norte de Antioquia, a donde se llega a lomo de mula, y que ha sido afectado por el conflicto armado desde la década de los 90 por estar situado en el Nudo Paramillo y tener una conexión con los departamentos Chocó y Córdoba.

En este territorio de espesas selvas, Comfenalco Antioquia y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) pusieron su mirada para apostarle a la mejora de la calidad de vida de esta población indígena, que por décadas ha defendido sus costumbres, identidad y tradiciones ancestrales en sus resguardos Jaidukamá (San Matías) y Jaibadíama (San Román) de guerrillas y grupos paramilitares.

A través de un convenio de cooperación internacional entre Comfenalco y ACNUR esta comunidad se beneficia de la estrategia Territorios de inclusión, que desde hace seis meses impacta a 200 indígenas, entre niños, jóvenes y adultos, para fortalecer el desarrollo económico y social de este territorio, preservando sus saberes y costumbres; así como los procesos comunitarios y medioambientales.

Isabel López Gómez, jefe de cooperación y Alianzas de Comfenalco Antioquia, explica que la estrategia incluye dos huertas comunitarias en los sectores de San Matías y San Román, que funcionan como escuelas de aprendizaje para la siembra de diferentes plantas hortalizas, frutales y aromáticas que combinan con sus conocimientos propios sobre medicina ancestral y rituales sagrados.

“Todo esto se articula a una segunda fase que consiste en la reconstrucción del tejido social, el desarrollo y fortalecimiento de habilidades interpersonales y el sentido de comunidad entre las familias a través de actividades de interacción y lúdica”, agrega López.

Luis Sigifredo Jumi, gobernador indígena de San Román, resalta que el acompañamiento es muy valioso para su pueblo porque les brinda herramientas para la siembra de plantas como cilantro y repollo, que a su vez garantizan la soberanía alimentaria en su territorio, donde viven más de 100 familias. 

Esta comunidad ha sido afectada por enfrentamientos, asesinatos, reclutamiento de menores, desplazamientos forzados, accidentes con minas antipersona, confinamientos, pérdida de bienes y amenazas. Su territorio ha sido usado para cultivos de coca y como corredor para traficar estupefacientes y armas.   

Por lo que esta población inició un proceso de reparación colectiva con la Unidad para las Víctimas para resarcir los daños materiales, económicos y sociales ocasionados por el conflicto armado, con medidas de restitución de tierras, rehabilitación, satisfacción, indemnización y garantías de no repetición.

El Registro Único de Víctimas incluye a un total de 569.799 indígenas en Colombia, de estos, más de 453.000 participan en procesos de atención y reparación de la Unidad para las Víctimas. Además, 403 comunidades son reconocidas para su reparación colectiva.

De acuerdo con la Unidad para las Víctimas, en Colombia hay 375 resguardos con presencia de grupos armados, de los cuales 65 están en Antioquia, entre ellos, Jaidukamá.

Estrategias como Territorios de inclusión les ayuda a recuperar el territorio y economía de Jaidukamá. En los seis primeros meses de ejecución de esta alianza de cooperación internacional, la población indígena ha tenido acceso a mejores herramientas para la producción agrícola, tales como fumigadoras, motosierras, limas, azadones, taladros y demás elementos técnicos.

Asimismo, acceso a conocimientos generales en manejo de huertas comunitarias: preparación del terreno, uso de abonos orgánicos y químicos, conformación de eras o camas, siembra escalonada y proporcionada, identificación de las diferentes hortalizas y árboles frutales, prácticas agrícolas y manejo del MIPE (manejo integral de plagas y enfermedades), cosecha y postcosecha, manejo de tutores para el tomate y germinación del café.  

López agrega que para ‘Territorios de inclusión’ es primordial trabajar en procesos de fortalecimiento comunitario y de gobernanza, velando por el cuidado de la cultura indígena y sus saberes ancestrales para potenciar procesos de desarrollo económico y productivo. Todo esto sin desconocer las fortalezas y la resiliencia que caracteriza a este pueblo indígena.

Territorios de inclusión tiene un enfoque diferencial étnico y brinda a los emberá katío eyábida una mejor calidad de vida y a preservar sus saberes ancestrales, que se han visto amenazados por la presencia de grupos armados que violaron su soberanía en lugares sagrados como nacimientos de ríos y montañas, donde esta comunidad práctica sus dones de curanderos y de guías espirituales.

Aun así, los jaibanás nunca se rendirán en compartir sus conocimientos con las generaciones actuales, para preservar sus saberes ancestrales entorno a la conexión que esta comunidad tiene con la naturaleza.