Hoy, 27 de noviembre, se cumplen 40 años de uno de los episodios más oscuros de la historia de Colombia: el atentado al vuelo 203 de Avianca. En esta trágico destino, 107 personas perdieron la vida cuando un Boeing 747 explotó en pleno vuelo sobre el municipio de Soacha, en un acto de terrorismo planeado por el cartel de Medellín.

Un destino sin regreso

El vuelo, que partió del Aeropuerto Internacional El Dorado con destino a Cali, llevaba a bordo a 101 pasajeros y seis tripulantes. El acto terrorista estaba dirigido contra el entonces candidato presidencial César Gaviria Trujillo, quien, afortunadamente, no abordó el avión siguiendo la recomendación de su jefe de seguridad, el coronel Homero Rodríguez.

Las investigaciones revelaron que el atentado fue ordenado por el líder del cartel de Medellín, Pablo Escobar, en su lucha contra la política de extradición que impulsaba el gobierno colombiano. Alias ‘Memín’ y Alberto Prieto, cómplices del cartel, adquirieron tiquetes para el vuelo, colocaron explosivos en una maleta y se ubicaron estratégicamente cerca de los tanques de gasolina en el ala derecha de la aeronave. Sin embargo Alberto Prieto, un joven de tan sólo 17 años, fue el único en abordar sin saber cuál sería su fin.

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La explosión ocurrió minutos después del despegue, devastando el avión y causando la pérdida de todas las vidas a bordo. El acto terrorista tenía como objetivo sembrar el caos y eliminar a César Gaviria, quien representaba una amenaza para los intereses del cartel en la lucha contra la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos.

A pesar de los años transcurridos, el dolor de los familiares de las víctimas perdura. Las investigaciones dejaron al descubierto las falencias en la seguridad de los aeropuertos y revelaron filtraciones de información a los criminales por parte de funcionarios de seguridad. En 2009, el atentado fue declarado delito de lesa humanidad, convirtiéndolo en un crimen imprescriptible.

Hoy se conmemoran cuatro décadas desde el inicio del terror y los vestigios de la guerra del narcotráfico contra el entonces gobierno colombiano. Al igual que en aquellos días oscuros, hoy persiste la lucha incansable por erradicar cada uno de los actores que perpetraron sin piedad ataques contra individuos que nada tenían que ver con esa cruel historia. Este doloroso capítulo continúa contándose en el país, recordándonos la importancia de enfrentar los retos persistentes y buscar justicia para las víctimas inocentes que se vieron atrapadas en medio de esa violencia despiadada.