El Ministerio de Hacienda y Crédito Público presentó un análisis detallado sobre la reforma al sistema de salud en Colombia, revelando que la iniciativa generará un aumento temporal en el déficit hasta 2036, para luego experimentar un descenso gradual hasta 2050. Según la ponencia para el segundo debate que avanza en la plenaria de la Cámara de Representantes, se proyecta que la reforma costará $929 mil millones en 2024.

El informe destaca que, sin la reforma, el costo del sector salud en 2024 sería de $91,3 billones, mientras que con la implementación de la reforma ascenderá a $92,3 billones. Esto implica que, en el mismo año, el déficit del sector con la reforma será de $3,2 billones, en comparación con los $2,3 billones que se registrarían sin ella.

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Los mayores gastos iniciales se atribuyen a la expansión de la cobertura en atención primaria, la formalización del personal de salud, la mejora de la infraestructura hospitalaria y la introducción de licencias de maternidad universales. Sin embargo, el informe proyecta que a partir de 2036, la curva de gastos comenzará a descender.

Atención Primaria y costos

En el corto y mediano plazo, se anticipa un aumento en el gasto debido a la implementación de medidas como la expansión de la atención primaria. Este enfoque requerirá un aumento de $1 billón en la estrategia de Atención Primaria en Salud, alcanzando $17,5 billones. La creación de nuevos Centros de Atención Primaria supondrá un costo adicional de $500 mil millones anuales.

 

Además, la reforma contempla medidas a largo plazo, como becas de matrícula para la formación posgradual de profesionales de la salud y la creación de un fondo anual de $120 mil millones a partir de 2025 para hacer frente a catástrofes y epidemias. Se espera que este fondo alcance una reserva anual de $50 mil millones a partir de la misma fecha.

El Ministerio de Hacienda y Crédito Público revela que la reforma al sistema de salud colombiano, con un costo estimado de $929 mil millones en 2024, anticipa un déficit temporal hasta 2036. A pesar de los mayores gastos iniciales, se proyecta un descenso gradual, respaldado por inversiones en atención primaria y una perspectiva a largo plazo centrada en la prevención. La reforma se posiciona como una inversión para un sistema de salud más sostenible.