En una conmovedora muestra de indignación, ciudadanos se han congregado en las inmediaciones de la emblemática Torre del Reloj en Cartagena, exigiendo ser escuchados por el alcalde en respuesta a la creciente ola de casos de prostitución infantil que continúan afectando a la ciudad. La manifestación busca poner fin a esta alarmante situación que está dejando una sombra sobre esta ciudad turística de Colombia.

El epicentro de la protesta es la preocupante existencia de un establecimiento que opera como prostíbulo y albergue de mujeres en condiciones deplorables. La edificación de tres pisos, con una fachada llamativa en cerámica y un letrero sugestivo en forma de piernas femeninas iluminadas con luces LED, se ubica a una distancia de 45 minutos del Centro Histórico de Cartagena, específicamente en el barrio El Bosque.

Este lugar siniestro, resguardado por hombres robustos, recibe a extranjeros con rubios cabellos y dólares en mano, mientras que las mujeres que se encuentran atrapadas en su interior enfrentan condiciones de explotación y tortura. Las víctimas, vestidas ligeramente para atraer clientes, son obligadas a deambular junto a la barra, las paredes e incluso entre las mesas, mientras los visitantes ocasionales esperan ansiosamente shows forzados y degradantes.

La dificultad para obtener acceso a esta espeluznante realidad ha llevado a la necesidad de emplear cámaras ocultas para documentar las actividades que ocurren en el recinto. Las imágenes capturadas arrojan luz sobre la dualidad del lugar: por un lado, es un escenario de lujuria y entretenimiento para los clientes, y por el otro, un sitio de sufrimiento y desesperación para las mujeres atrapadas en su interior.

Los manifestantes han dejado claro que están cansados de la inacción y la aparente indiferencia de las autoridades ante este problema. Exigen al alcalde medidas contundentes para abordar la prostitución infantil y brindar apoyo a las víctimas. La protesta, que ha elegido la simbólica Torre del Reloj como su epicentro, busca recordar tanto a los residentes como a los visitantes que esta ciudad turística no puede permitir que su reputación se vea ensombrecida por estas prácticas inhumanas.

El llamado a la acción es claro: es hora de que Cartagena se levante contra la explotación de los más vulnerables y tome medidas firmes para erradicar la prostitución infantil de una vez por todas.